La argentina Luciana Erregue-Sacchi contempla la literatura como una región sin etiquetas ni convenciones, un espacio de vigorosa libertad en el que los autores pueden desempeñar su ejercicio creativo sin más presión que la que impone el estilo o los miedos interiores. Fuera de esas estrecheces, por las que todos los escritores transitan de vez en cuando, se proyecta un paisaje luminoso que, en realidad, no es sino el anhelo de una escena literaria, la canadiense, más inclusiva, diversa, audaz y global.
Cabría pensar que esa literatura ya es el fiel reflejo del país, pero Erregue-Sacchi ha presentado una enmienda a la totalidad en forma de editorial, Laberinto Press, que aspira a profundizar en una diversidad no solo étnica, lingüística y cultural sino también social, de clase. Como señala en esta entrevista, «la inclusión todavía está basada en lo racial, lo lingüístico y lo de género, pero las clases sociales y el acceso a la literatura global de manera igualitaria está todavía muy acotado».
Luciana llegó a Vancouver en 1992. En 1997 se trasladó a Edmonton, donde hizo un master en historia del arte por la Universidad de Alberta y comenzó un blog, SpectatorCurator, en el que vuelca todas sus pasiones, hallazgos y desvelos. En el camino se hizo escritora y ahora, con el lanzamiento de Laberinto Press, inicia una carrera también como editora. El primer título Beyond The Food Court, condensa esa mirada crítica a lo que ella denomina el «multiculturalismo estático» de Canadá: lo hace cuestionando la cartografía mental de los canadienses porque, como defiende, la diversidad no está en el idioma en el que se escribe, el origen o el color sino en la riqueza que aporta cada individuo.
¿Cómo surge la idea de crear una editorial como Laberinto Press, precisamente en mitad de esta pandemia que nos ha cambiado tanto la vida a todos?
La idea de Laberinto Press se gestó unos meses antes de la pandemia, más exactamente en Octubre de 2019, cuando decidí postularme a una beca del Edmonton Arts Council que promueve la diversidad cultural en la ciudad. El editor conceptual de la antología, el escritor egipcio Yasser Abdellatif, me sugirió que me iniciara como editora con mi propio sello editorial simultáneamente. Al conseguir los fondos, tuve libertad total de comenzar con el proyecto, de manera que estaré siempre agradecida al Edmonton Arts Council por haber depositado esta confianza en mí. Con los fondos no solo lancé la editorial, sino que también pagué a los colaboradores, desde escritores, a diseñadores y editores, ayudando al sector del arte que durante esta pandemia ha sufrido tanto.
En cuanto a la idea en sí, siempre sentí que lo que se denomina Can Lit está manejado por denominados ‘gate keepers’ o árbitros que determinan cuán Anglo o Francófono es un trabajo literario en su idioma y contenido, para clasificarlo como un trabajo literario canadiense. Y sinceramente estoy un poco harta del aspecto estático del multiculturalismo, que desde las agencias gubernamentales que financian proyectos culturales no admitan con total normalidad que coexistimos todos juntos en la sociedad canadiense contemporánea, y que muchos que practicamos literatura no sólo escribimos en nuestra lengua de origen sino también en inglés como es el caso de los autores de nuestra primera antología.
Lo que me impulsó a lanzar la editorial, fue precisamente trabajar en la antología Beyond the Food Court, y el haber sido seleccionados para presentar el trabajo en la Feria Literaria de Edmonton Litfest Yeg. Al tener que trabajar con un límite de tiempo, todo entró en foco, y nos pusimos manos a la obra para que el libro estuviera listo antes del comienzo de la feria. Y precisamente por la pandemia, encontré el tiempo para concentrarme en el proyecto, que a su vez me sirvió para distraerme de este horror del confinamiento.
¿Qué espacio cree que puede ocupar Laberinto Press dentro de la escena editorial canadiense?
Laberinto Press puede ocupar un espacio muy interesante y prometedor en las letras canadienses. Pirmero y principal, servir desde el Oeste de Canadá a crear interés por la literatura global traducida, empezando por autores que escriben en otro idioma que el inglés, pero que residen en Canadá, brindando una perspectiva “Glocal” canadiense y global a la vez.
En segundo lugar, proporcionando una avenida de práctica “liminal” de la literatura, eso es, entre el inglés y otros idiomas, sin importar cuál es la lengua de origen, entre lo literario y lo académico, entre lo provincial y lo nacional, lo urbano y lo rural, lo sensorial y lo social.
¿Cuáles son los géneros literarios, temas e idiomas que quiere priorizar en su catálogo de títulos?
En cuanto a géneros, Laberinto aspira a propiciar la lectura de lo que en inglés se denomina “creative non-fiction,” colecciones de ensayos sobre distintos temas aparentemente triviales, colecciones de historias o novelas breves, y también, pero muy selectivamente, poesía en traducción. Lamento decirlo pero las novelas interminables que parecen door stoppers no forman parte de la manera en la que crecí leyendo, ya que siendo de Argentina, es la historia breve como las de Arlt, Quiroga, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Hebe Uhart, las que realmente disfruto. Así que de manera un poco egoísta, aspiro a reflejar esa tradición en las páginas de los libros de Laberinto.
¿Cuáles son las editoriales que han inspirado a Luciana Erregue a la hora de crear Laberinto Press?
Hay dos editoriales que me han inspirado mucho, una es Charco Press, y otra es Fitzcarraldo Ediciones. No he visto nada en Canadá que se les parezca. Igual Laberinto es diferente, en cuanto a querer remover los prejuicios de la comunidad literaria, derribar los elitismos, algo que me parece que estas editoriales no hacen. Una de las grandes conversaciones que nos debemos en la literatura global es el tema de clases sociales, la inclusión todavía está basada en lo racial, lo lingüístico y lo de género, pero las clases sociales y el acceso a la literatura global de manera igualitaria está todavía muy acotado. Es Bordieu al que recurro una y otra vez con la idea del Capital Social, e intento desde Laberinto exponer un poco estos límites, como si fueran el revés de una trama.
En mi caso personal, crecí en una comunidad rural de Argentina, de 15.000 habitantes, lejos de Buenos Aires, sin ninguna conexión cultural, yendo a escuela pública, con todo tipo de clases sociales mezcladas. Buenos Aires es un centro todavía demasiado poderoso en el ámbito literario argentino y global. Mi único vínculo con la literatura era la biblioteca de mi padre, repleta de escritores del boom Latinoamericano. Luego al mudarme a Canadá, me radiqué en Alberta, muy parecida a la region pampeana argentina que me vió nacer, y de vuelta, muy lejos geográfica y literariamente de Toronto y Montreal. Es por eso que asimismo admiro la perseverancia de editores de literatura en español en Canadá, dedicando tiempo y esfuerzo a crear comunidad. Es siempre acerca del centro y la periferia.
Háblenos de Beyond the Food Court, el primer título lanzado por Laberinto Press. De entrada se aprecia una vocación multicultural en la selección de autores, como si fuera fiel reflejo de la propia sociedad canadiense.
Mira, esta apreciación contiene dos premisas que como decimos en Argentina “me hacen ruido,” una es la “vocación multicultural” y la otra es “como si fuera fiel reflejo de la propia Sociedad canadiense” y me alegro que estas dos premisas estén juntas, porque refutarlas al nivel de literatura ha sido precisamente la razón de ser del título y de la antología en sí misma. Si bien hay una variedad de autores de diversos orígenes culturales, en lugar de agruparlos por ‘culturas’ o areas geográficas, como se agrupa a las comidas en el Food Court, curé la antología de manera que agrupé los textos de acuerdo a otras afinidades, como arte, política, nostalgia, etc. Por supuesto que está en el lector medir su “multiculturalismo-metro” y cuestionárselo de la manera en la que más prefiera. Parte del ánimo de esta antología es empoderar al lector a leer más allá de sus propios pre-conceptos y las categorías que organizan los textos. Por ejemplo, hay dos textos donde se habla del “Beef Biryani” pero el ángulo es completamente diferente. Puedes decir que quisimos tenderle una “trampa” al lector (y lo digo con mucho humor y ternura).
Usted ha sido editora de Polyglot Magazine… ¿Qué experiencias de esta etapa le han servido para imaginar y concebir su nueva editorial?
No hubiera podido llegar a dar este paso sin haber primero trabajado en curar el número de poesía ekfrásica Can Lit: Curating our Canons. De eso se trata, de que editores, lectores y escritores curen sus propios cánones literarios. Agradezco a mi amiga y contínua colaboradora, la poeta y educadora Rumano-canadiense Adriana Onita, por la posibilidad de continuar nuestra colaboración.
¿Cuál considera que es el estado de salud del mundo editorial canadiense?
Es muy restrictivo en cuanto a admitir nuevos jugadores. Antes de poder beneficiarse de ciertos fondos gubernamentales uno debe asociarse, y la membresía está condicionada a si el editor ha publicado un determinado porcentaje de volúmenes que no sean de su autoría. Lo cómico es que ellos mismos crean filtros para la publicación de trabajos que salgan de ciertas normas, en fin, corset tras corset. En lugar de la leyenda de Turtle Island, que explica que “it is turtles all the way down” en la industria editorial canadiense “it is corsets all the way down.” Cuando piensas que eres libre de publicar lo que deseas porque ahora eres editora, aparece otro corset, “not so fast.”
Usted también es escritora. ¿Se pueden combinar ambas facetas –editora y escritora- sin que ambas se solapen o se contradigan?
Para mí escribir y editar son una y la misma actividad, no solo porque esta antología tenga uno de mis textos, sino porque de alguna manera todo es para mí creación literaria. Ser editora me empodera como autora, me da valor para enviar textos míos a otros lugares, y a su vez ser editora me deja elegir qué literatura me gusta leer. Los libros, decía Ray Bradbury, son amigos, y cuando uno visita una biblioteca es como que el lector y los autores se saludaran entre sí. Me sucede igual con los textos que decido publicar, tanto como editora como a nivel de autora, me encanta el diálogo entre mis amigos, los textos. La diferencia para mí, créase o no, es que como editora, mis decisiones son personales a un nivel de exposición donde no existe el “yo” literario detrás del cual gozo en esconderme cuando escribo, pero a mi edad, y con mi experienca de vida, ya los todos miedos han desaparecido.
El editor Mario Muchnik decía que “lo peor no son los autores”. ¿Cuáles son sus temores y sus esperanzas en esta nueva etapa?
Temores no tengo ninguno, al emprender cualquier cosa en la vida, uno al “no” ya lo tiene. Si uno trabaja sin focalizarse demasiado en el resultado, pero siendo consciente del proceso, paso a paso, las metas se cumplen. De la manera en la que tranajamos en Laberinto, es muy orgánica, si de entrada no hay confianza total entre escritor y editor, pues, es mejor no continuar explorando. La buena fé y la necesaria candidez son las coordenadas primordiales del trabajo en la editorial, eso y el sentido del placer, allí radican mi esperanzas, y también en continuar encontrando gente maravillosa en el sector, como Ingrid Bejerman, que con mensajes alentadores te incentivan a continuar creando. “Pleasure not pressure”.
La habilidad de decir “no” y no tenerle miedo a ello me han traído hasta aquí. Por supuesto llegar a los lectores (en gran parte pares literarios) es la última meta, pero también mirar para atrás y ver que cada libro de Laberinto fue una cuenta de collar seleccionada con todo el cuidado del mundo, enhebrada con esmero para que cada una se luzca por igual, y que en conjunto esas cuentas conformen un collar único, que los lectores quieran atesorar.
¿Cuáles son los próximos títulos que verán la luz bajo el sello Laberinto Press?
Estamos barajando distintos proyectos, aunque preferiría no develar demasiado, ya que nos interesa que nos conozcan primero por Beyond the Food Court. No solo somos una small press sino también una slow press ya que vamos aprendiendo a medida que vamos haciendo, lo que me pone sumamente orgullosa en reconocer. Tenemos en carpeta una novela en traducción al inglés, quizás un volumen de cuentos también en traducción al inglés, y continuar con nuestra serie de ensayos con el tema de aquello que está más allá (the Beyond Series) asimismo un volumen de poesía en español traducida al inglés.