El actual boom del mercado inmobiliario de Toronto está siendo comparado por muchos analistas y ciudadanos con el que ya vivió el país a finales de la década de los 80 del pasado siglo, que provocó que miles de canadienses se vieran obligados a abandonar sus propiedades. La rápida subida del precio medio de la vivienda en Toronto (un 27% más que el año pasado) evoca recuerdos de la vertiginosa subida experimentada por el mercado hace tres décadas. Durante los tres últimos años de esa década el precio medio de la vivienda en el GTA se multiplicó por tres.
En los últimos meses se han recuperado algunos de los artículos publicados en los medios de comunicación canadienses de aquella época en los que se alertaba de la dimensión de la burbuja inmobiliaria y sus devastadores efectos en las economías familiares. Historias como la publicada en julio de 1988 por el periodista de The Globe and Mail, Michael Salter, en la que explicaba cómo las bajas tasas hipotecarias habían impulsado el mercado inmobiliario de Toronto y, como consecuencia, el precio de compra. Se aseguraba en aquellos días que para adquirir una vivienda de tipo medio era necesario hacer un pago inicial de 50.000 dólares. La ciudad hervía entonces en especulaciones sobre la razón real de la burbuja inmobiliaria. Muchos aseguraban que la inversión extranjera era la que había disparado el mercado.
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«Los precios estaban aumentando y todo el mundo se preocupaba de cómo iban a pagar, ¿cómo iban a pagar sus hijos?», señalaba estos días a la CBC Karen Millar, especialista en bienes raíces en Royal LePage Signature Realty. La profesional del mercado inmobiliario, que vivió aquella época, recuerda que la venta de algunas casas al estallar la burbuja fue un “triste espectáculo”. Y es que después de 1989 los precios cayeron durante siete años consecutivos y no volvieron a alcanzar el antiguo nivel hasta 2002.
Mientras algunos analistas advierten de que la ciudad está inmersa en un claro fenómeno de burbuja inmobiliaria, otros expertos se resisten a utilizar este término. Estas divergencias en el análisis de la situación se debe a que estos economistas creen que los «fundamentos» del mercado de Toronto —la economía, las tasas de interés, el crecimiento de la población y las fuentes de demanda de vivienda— son mucho más sólidos de lo que eran a fines de los años ochenta. Dana Senagama, analista de la Corporación Canadiense de Hipoteca y Vivienda especializada en el mercado del GTA, advierte a la gente de que sería un error establecer paralelismos con la burbuja anterior. «Yo diría que no son comparables», sostiene. «Es una época muy diferente, con economías muy diferentes. El mercado de la vivienda tiene fundamentos muy sólidos», insiste. «La única similitud que veo ha sido el rápido aumento en el crecimiento de los precios», dijo Senagama.
A finales de los años ochenta las tasas de interés eran altas, algunas de las normas sobre la calificación para una hipoteca eran menos estrictas, los promotores comenzaron a construir un gran volumen de nueva vivienda sin tener garantizados los compradores y Ontario estaba en las puertas de una profunda recesión. Ese escenario es, para muchos expertos, diametralmente opuesto al actual. De hecho, aquella crisis provocó importantes reformas en las regulaciones del mercado hipotecario canadiense y se reforzaron los controles de seguridad para evitar las hipotecas basura.
Sherry Cooper, economista jefe de Dominion Lending Centers, describe la burbuja inmobiliaria que estalló en los Estados Unidos en el 2008 como un «colapso absoluto con ejecuciones masivas e hipotecas basura». Si esa es la definición —apunta Cooper—, «entonces no estamos en una burbuja». Para Cooper, la economía canadiense es más sólida que entonces y “no estamos viendo una situación donde los hogares están tan sobrecargados que corren el riesgo de perder sus vivienda».
No obstante, Cooper reconoce estar preocupado por la creciente dificultad de acceso a la vivienda para importantes sectores de la sociedad y manifiesta su inquietud por el hecho de que la escalada de precios puede llevar a mucha gente a renunciar de por vida a una vivienda en propiedad. «Todo el mundo piensa que no se puede perder dinero en la vivienda y que fomenta todo tipo de actividades más allá de las propias adquisiciones en propiedad», dijo Cooper. La Junta de Bienes Raíces de Toronto está prediciendo que el precio promedio de venta de los hogares de GTA crecerá entre un 10% y un 16% en 2017. El ministro de Finanzas de Ontario, Charles Sousa, ha prometido una serie de medidas para enfriar los precios de la vivienda en su próximo presupuesto. La fecha aún no ha sido publicada.