El creciente número de historias sobre los canadienses rechazados en la frontera estadounidense es algo más que una tendencia anecdótica: Las estadísticas muestran que Estados Unidos está poniendo trabas a los visitantes de Canadá a un ritmo cada vez mayor.
El secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Kelly, se reúne este viernes con miembros del gobierno de Trudeau en Ottawa, en un encuentro que no va a pasar por alto otro hecho relevante: el creciente número de solicitantes de asilo que entran a Canadá desde Estados Unidos.
Según señalan hoy el diario de Toronto The Globe and Mail y diversas agencias de noticias de Canadá y Estados Unidos muestran que la frontera se está convirtiendo en un problema creciente para los viajeros canadienses que quieren viajar al sur.
Los agentes de aduanas y protección de fronteras de los Estados Unidos rechazaron 27.772 personas que intentaban entrar a Estados Unidos desde la frontera norte durante 2016, lo que supone un aumento del 6.7% con respecto al año anterior a pesar de una disminución del volumen total de viajeros.
Los viajes transfronterizos de los canadienses cayeron un 9%. Sin embargo, puestos los datos en perspectiva, la tasa global de rechazo en la frontera sigue siendo pequeña. Los viajeros de Canadá que fueron rechazados cuando intentaban acceder a los EE UU representaron menos del 0,085% de los 33 millones de viajes transfronterizos registrados en 2016, tasa que se mantuvo constante hasta el final del año, incluso una vez certificada la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses.
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Los canadienses pueden ser bloqueados a la hora entrar en los Estados Unidos por una serie de razones: estar en un registro criminal, poseer documentos de viaje inadecuados que puedan levantar las sospechas de los guardias de fronteras. En estos casos, los agentes tienen absoluta autonomía para decidir de manera discrecional para realizar llamadas de juicio in situ sin ningún proceso judicial o de apelación.
Los abogados de inmigración aseguran que están escuchando más quejas sobre casos en los que el rechazo parece inexplicable. También han oído hablar de un aumento en los procesos administrativos y aplicación de normas de seguridad y vigilancia con personas que tradicionalmente han pasado por el interrogatorio y la detención.
Varios casos han surgido en las últimas semanas, incluyendo a media docena de personas que fueron rechazadas después de que agentes fronterizos cuestionaran sus opiniones sobre el presidente Trump. Un atleta estudiantil de Sherbrooke, con raíces marroquíes que tuvo la mala fortuna de haber sido fotografiado al lado de un aspirante yihadista, fue rechazado junto con una mujer procedente de un suburbio de Montreal, que fue interrogada sobre sus opiniones acerca del presidente norteamericano y su fe musulmana.
Bill McLevin, un ciudadano canadiense de Alberta de 62 años que tenía una condena por tráfico de drogas hace 40 años y recibió un indulto 10 años después, fue rechazado el fin de semana pasado a pesar de haber cruzado la frontera con regularidad hasta entonces. «Esto no es sólo sobre mí, va a afectar a miles de personas si de repente comienzan a tomar una línea dura», afirma. Manpreet Kooner, de origen canadiense, fue rechazada el pasado fin de semana en un cruce fronterizo de Quebec después de que le dijeran que necesitaba una visa para ingresar al país. Kooner es de ascendencia india pero posee la ciudadanía canadiense y no tiene antecedentes penales.
El sindicato de guardias fronterizos de Estados Unidos fue uno de los pocos que respaldó a Trump durante su campaña electoral, y algunos de sus partidarios más fervientes destinados en las patrullas de frontera parecen estar decididos a asumir una línea dura en su ejercicio diario. Según ha reconocido a The Globe and Mail el abogado especializado en inmigración de Montreal, Stéphane Handfield, «todo es muy arbitrario y muy preocupante».