Canadá celebra este primero de julio el 154 aniversario de su fundación, cuando la Ley de la Norteamérica Británica unificó las provincias británicas de New Brunswick, Nueva Escocia, Quebec y Ontario en el Dominio de Canadá. Aquel día los cuatro territorios firmaron un acuerdo de colaboración y convivencia, un ejercicio de pragmatismo político, que estaba lejos de representar el sentimiento de identidad nacional que hoy celebran los canadienses.
Antes de la Confederación, la Norteamérica británica también incluía Terranova, la Isla del Príncipe Eduardo, la Columbia Británica y los vastos territorios de Rupert’s Land (el dominio privado de Hudson’s Bay Company) y el Territorio del Noroeste.
Después de que los estados del norte de los EE UU ganaran la Guerra Civil, había una gran preocupación en el norte de América y Londres ante la hipótesis de que «los estadounidenses victoriosos en el norte tomaran Canadá. Gran parte de la motivación para unir las provincias fue precisamente crear una línea más fuerte de defensa contra los Estados Unidos, según recuerda Peter H. Russell, un científico político especializado en historia de Canadá.
Además apunta que «los constructores de la constitución, a los que se les conoce como los ‘Padres de la Confederación’, estaban convencidos de que lo que condujo a la Guerra Civil en el sur fue la existencia de una federación débil, por lo que trataron de crear un gobierno federal mucho más fuerte que el de Estados Unidos desde el principio».
Como señalan muchos historiadores, la idea de unir las colonias británicas de Norteamérica en un solo país fue impulsada por varios factores clave: una política comercial proteccionista de los Estados Unidos; temores de agresión y expansión estadounidense; y la creciente renuencia de Gran Bretaña a pagar por la defensa de la Norteamérica británica. La Confederación ofreció, en cierto modo, a Gran Bretaña una razonable solución para aliviar su carga económica y militar en sus lejanos territorios.
[perfectpullquote align=»full» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]La plena independencia del Reino Unido no se lograría hasta 1982, cuando fue aprobada la «Ley de Canadá», por la que el Parlamento británico transfirió el poder al Parlamento canadiense.[/perfectpullquote]
Desde 1864 los políticos de la colonia (los «Padres de la Confederación») se reunieron y negociaron los términos de la Confederación en reuniones celebradas en Charlottetown, Quebec y Londres, Inglaterra. Su trabajo culminó en la «Ley Británica de América del Norte», la que puede ser considerada como la primera Constitución de Canadá.
Los pueblos indígenas no fueron invitados ni representados en las Conferencias de Charlottetown y Quebec pese que habían establecido lo que creían que eran relaciones y compromisos bilaterales (de nación a nación) con la Corona a través de tratados históricos. Los Padres de la Confederación, sin embargo, tenían puntos de vista despectivos y paternalistas sobre los pueblos indígenas. Como resultado, los primeros pueblos de Canadá fueron excluidos de las discusiones formales sobre la unificación del país. Una ausencia que Canadá ha arrastrado desde entonces como si se tratara de su pecado original.
De 1871 a 1921 el gobierno federal firmó una serie de 11 tratados con varios pueblos indígenas. El gobierno les prometió dinero, ciertos derechos sobre la tierra y otras concesiones. A cambio, las Primeras Naciones en todas las colonias excepto Columbia Británica cedieron sus territorios tradicionales.
Canadá, un reino sin corona
El nombre Canadá no se estableció en 1867; se deriva de la palabra Huron-Iroquois «kanata», que significa «aldea» o «asentamiento», y que ya se usaba desde el siglo XVI, cuando los habitantes del lugar señalaron al explorador francés Jacques Cartier en dirección a la «aldea» ahora conocida como Quebec City. Que Canadá se convirtiera en un «Dominio» también es una historia que tiene que ver mucho con la difícil convivencia en origen con el vecino del sur, recién salido de la guerra de secesión.
La Confederación originalmente iba a ser nombrada como un «reino» de Canadá hasta que «la oficina exterior británica argumentó que “a los estadounidenses no les gustará un reino en su frontera, llamémoslo de otra manera, o vamos a tener malas relaciones con los estadounidenses”, apunta Russell.
Leonard Tilley, uno de los «Padres de la Confederación», se inspiró para sugerir la palabra «dominio» en el Salmo 72: 8, que establece que Jesucristo «tendrá dominio también de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra». (La versión latina «A Mari Usque Ad Mare» se convirtió en el lema nacional del país). Por eso, el «Día de Canadá» se conoció originalmente como «Día del Dominio» cuando se estableció como fiesta nacional del 1 de julio de 1879. Es decir, pasaron 12 años hasta que esa fecha se grabó en rojo en el calendario canadiense.
Y, aunque algunas historias se refieren al «Día de Canadá» como el «Día de la Independencia de Canadá», este nuevo Canadá mantuvo una fuerte conexión con Gran Bretaña y el ejército de los EE UU. En cierta medida, proporcionó un sentido de seguridad para la nueva nación.
La política británica a favor de la unión de sus dominios en Norteamérica británica continuó en las siguientes décadas. Por ejemplo, Hudson’s Bay Company vendió Rupert’s Land a Canadá en 1870 y ese mismo año se incorporaron a la confederación Manitoba y los Territorios del Noroeste. La Columbia Británica, después del compromiso del gobierno de crear un tren que conectara el Este con el Oeste del país, el Trans Canada Train, aceptó incorporarse en 1871 y dos años después lo haría la Isla del Príncipe Eduardo.
El territorio del Yukón fue creado en 1898 y las provincias de Alberta y Saskatchewan en 1905. Tras rechazar la Confederación en 1869, Terranova y Labrador finalmente se unieron en 1949. En 1999 Nunavut, que había pertenecido a los Territorios del Noroeste, se constituyó en entidad independiente y cerraba el mapa administrativo canadiense que todavía sigue vigente, formado por diez provincias y tres territorios.
Los canadienses, con el tiempo, adquirieron cada vez más independencia de Gran Bretaña, aunque fue un proceso lento y no exento de dificultades. Después de la Primera Guerra Mundial, el 10 de enero de 1920 Canadá se unió a la Liga de las Naciones como una nación independiente. «Cuando comenzaron a sacar a los alemanes de las trincheras, bajo el mando de Canadá, fue la primera vez que todos los canadienses lucharon juntos. Esa circunstancia novedosa les transmitió la sensación de que no querían ser dirigidos por el imperio británico», afirma Russell.
Casi cien años para tener bandera propia
El primer ministro Sir Robert Borden había promovido un esfuerzo nacional masivo en apoyo de la madre patria, pero también exigió que Gran Bretaña reconociera los sacrificios de Canadá en tiempos de guerra con una mayor autonomía después de la guerra. Canadá firmó como país independiente el Tratado de Versalles (1919) que cerraba formalmente la guerra y asumió un papel cauteloso y no comprometido en la recién creada Liga de las Naciones.
El acuerdo de Londres para reevaluar los arreglos constitucionales entre Gran Bretaña y sus dominios culminó en el Estatuto de Westminster (1931), que formalizó la autonomía plena de los dominios en las decisiones sobre su política exterior.
[perfectpullquote align=»full» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]En 1965 Canadá adoptó su primera bandera nacional oficial, la actual, que reemplazó a la bandera del Reino Unido.[/perfectpullquote]
En 1965 Canadá adoptó su primera bandera nacional oficial, la actual, que reemplazó a la bandera del Reino Unido. La Red Ensign («Pabellón Rojo») canadiense había sido usada extraoficialmente desde 1890 y fue aprobada en un decreto de 1945 para usarse en «cualquier lugar u ocasión en que sea deseable izar una insignia canadiense distintiva».
Pero la plena independencia del Reino Unido no se lograría hasta 1982, cuando fue aprobada la «Ley de Canadá», por la que el Parlamento británico transfirió el poder para cambiar la constitución de Canadá al Parlamento canadiense. Esa es la constitución, promovida por el entonces primer ministro, Pierre Trudeau, que sigue hoy vigente en Canadá.
La reina Isabel II, sin embargo, conserva su papel de reina de Canadá y está representada por la Gobernadora General, Julie Payette. Unos meses después de la aprobación de la ley de 1982, un proyecto de ley cambió el nombre del «Día del Dominio» por el «Día de Canadá».