El escritor y hablante del maya, Jorge Miguel Cocom Pech, dice que “a t’aane’ un naajil a pixán, tu idioma es la casa de tu alma, ahí viven tus padres y tus abuelos, en esa casa milenaria, permanece tu palabra”. Nelson Mandela, defensor de los derechos humanos en Sudáfrica, dice que «si hablas a un hombre en una lengua que entiende, el mensaje llega a su cabeza, si le hablas en su lengua, le llega al corazón». Y el tlamatini de México, Miguel León Portilla, defensor de las lenguas originarias, nos dice que una lengua refleja una visión única del mundo, representa la memoria de un grupo, su pensamiento y expresión, asociaciones y símbolos y un complejo conjunto de sonidos y emociones. Teniendo en mente la cultura libresca que existió en Mesoamérica antes de la llegada de los españoles en el siglo XV, la inspiración del día del libro en México se debe a Sor Juana Inés de la Cruz, décima musa y Fénix de América y su lucha por el derecho a leer.
Al proclamar en 1995, el 23 de abril como el día mundial del libro, fecha que coincide con la muerte de tres grandes de las letras, el español Miguel de Cervantes Saavedra, el inca Garcilaso de la Vega y el ingles William Shakespeare, la UNESCO declara que las lenguas y los libros se encuentran en el patrimonio humano tangible. Son consideradas “fundamentales para la protección de los derechos humanos, reconciliación y desarrollo sostenible”. La lectura de un libro es un ejercicio cerebral que informa, educa y desarrolla el pensamiento lógico y creativo, estimula la imaginación, a la par que entretiene. Sin movernos de lugar, el libro nos transporta a montañas y mares distantes y nos abre a mundos, imágenes, ideas, historias, nuevos colores que enriquecen nuestra visión del mundo que habitamos. Aun con las nuevas tecnologías, el libro impreso es instrumento de transmisión cultural, fundamental en el desarrollo humano, es un objeto cultural con un diseño y diversidad del papel, texturas y colores. Se convierte en un objeto de arte al ser intervenido por artistas de la talla del español mexicano Vicente Rojo: “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez libro que ya es un icono, o en el caso de la joya de libro mas antiguo custodiado en la Biblioteca Nacional de España, el Códice de Metz, tan bellamente ilustrado.
El idioma español de Cervantes, enriquecido con palabras mexicas como jitomate, chocolate, cacahuate, aguacate, entre otros, cuenta con una población mundial mayor a 500 millones de hablantes y es el idioma de mayor crecimiento en número de hablantes en el Canadá, país que se distingue por una política que abraza el multiculturalismo implementado en la década de los 70 por Pierre Elliot Trudeau.
En 1991, cuando ya era frecuente el escuchar el idioma español en las calles de Toronto, nació la fundación canadiense para la Celebración Cultural del Idioma Español por sus siglas CCIE, con la misión de celebrar el idioma español a través de un festival de las artes literarias, visuales, cinematográficas, la música, el canto y la danza y las artes culinarias representadas por personalidades locales e internacionales del mas alto nivel. Sin antecedentes en el mundo hispánico, esta celebración del idioma en tierras con otras lenguas, incluyó una semana con amplia programación de actividades creativas y educativas, un día dedicado al niño de nuestra comunidad, un festival de cine y una feria del libro con cientos y cientos de libros provenientes de editoriales de España y América Latina. Con las cajas de libros que no se vendían, se formo una rica biblioteca para la comunidad albergada en el Consulado General de México en Toronto. Propuesta de los Consejos de educación de la ciudad de Toronto, conjuntamente con el cuerpo consular hispanohablante acreditado en Toronto (14 consulados, en especial los cónsules Antonio Bullón de España y Carlos Sada Solana de México, y el cónsul cultural de México, Ing. Héctor González Hernández, idealistas visionarios que supieron escuchar la voz de sus comunidades), el catedrático Dr. Mario Valdés y la Alianza Hispano canadiense de la Universidad de Toronto, la profesora Margarita Feliciano de la Universidad de York y una servidora, se convoco abiertamente a la comunidad hispanohablante de Toronto para incorporarse en la organización. La CCIE nació y es patrimonio de la comunidad para la comunidad.
Treinta años mas tarde, la alcaldía de la ciudad de Toronto, ante la creciente diáspora hispanohablante que comienza a crecer en las décadas de los 50 y 60 y por iniciativa impulsada nuevamente por el consejo católico de educación de Toronto representado por la mexicana Erika Aguilera, designa el 23 de abril de 2021, como el día del Idioma español.
Pero, ¿porque nos es importante para los hispanohablantes del Canadá, celebrar el idioma español? El futuro del idioma en suelo canadiense está en las actuales y nuevas generaciones. No obstante a partir del S.XVI compartimos una historia cultural, costumbres e ideologías barrocas de la civilización hispánica, los pueblos que hablamos español somos un mosaico multicultural, una diversidad de culturas, artes, tradiciones, música y cocinas, hermanados por un idioma oficial. Y, no obstante este idioma, el español, se habla diferente en cada país, sigue siendo el mismo para todos los hispanohablantes y todos nos comunicamos a través del español. Las primeras naciones del Canadá escogieron el lugar, “place” como el vinculo que hermana la diversidad de culturas que representan y se auto nombraron: Indígena. En mi visión, nosotros, ni hispanos ni latinos, pues son términos que excluyen a los millones de hablantes de lenguas originarias, sin embargo si somos pueblos hispanohablantes, “Spanish Speaking peoples of Canada” y a través del idioma que compartimos, nos expresamos como un abanico de pueblos ante el mundo.
Decimos que las lenguas se viven y en Toronto es muy normal escuchar el español que se vive en las calles de muchos de sus barrios. Hoy por hoy, Toronto celebra el español todos los días, en casa, en la calle, a veces en el trabajo, en las numerosas redes sociales, en los periódicos hispanos, cuando leemos o volteamos la mirada y abrimos los sentidos a nuestros escritores, periodistas, poetas, actores, artistas, cineastas, músicos, cantantes, bailarines, y todos, quienes desafiando el hecho de estar en tierra canadiense, producimos libros y contenido en español.
Vivimos en español cuando leemos a Martha Batiz, a LATTIN, Correo Canadiense, TheBridge y Diálogos entre otros, cuando vamos al festival de cine latinoamericano de Toronto, al Festival Internacional de la flauta latinoamericana de Alheli Pimienta, a los conciertos de Jorge y Yuri López, a la celebración del Colectivo día de los muertos en Wychwood, la celebración poética virtual Ofrenda ritual de vida / Living ofrenda, las excelentes charlas impartidas en Latin American Studies, Universidad de Toronto. Empero, también vivimos en español cuando vamos a los comercios hispanos a comprar los ingredientes de nuestras variadas cocinas, cuando acudimos al hispanohablante que es doctor, abogada, consultor de finanzas, diseñador gráfico, diseñadora de modas, importador y a las verbenas, conciertos, reventones y celebraciones nacionales de nuestros países y tantos otros eventos y servicios y momentos que celebran el español muy particular de cada pueblo representado en la comunidad hispanohablante de Toronto.
Vivimos en español porque este, nuestro idioma, el español del Cantar del mío cid, Cervantes, Unamuno, Paz, Machado, Fuentes, García Márquez, Borges, Villoro, y, porque no, también el de “La familia Burrón” y las telenovelas mexicanas es nuestra vía de comunicación. El idioma español que se pronuncia con Ñ, que se celebra en #TOhablaespanol, y que a diario enriquecemos de muchas y diversas maneras desde España hasta México, Chile, Argentina, Perú, Ecuador y todos los países donde el español es el idioma oficial, es un espacio publico y privado que nos pertenece a todos los hispanohablantes y a los amantes del español. Es la voz nuestra, que nombra, entiende y da sentido al entorno con una visión única del mundo.