Martha Chaves, toda una vida rompiendo barreras

La nicaragüense Martha Chaves se ha convertido en una de las cómicas más populares de Canadá, derribando barreras desde que llegó al país cuando tenía 17 años.

La cómica Martha Chaves en un momento de su espectáculo. Foto: Martha Chaves

Antes de llegar a Canadá cuando tenía 17 años, la cómica, actriz, escritora y activista Martha Chaves ya rompía barreras en su Nicaragua natal. Pero ha sido en Canadá, donde Chaves se ha convertido en una pionera tanto entre cómicos hispanos como entre los llegados de otras partes del mundo.

Entrevistar a Chaves es un recorrido por la historia de las últimas décadas de Canadá, con inesperadas bifurcaciones y numerosas rutas alternativas, todas salteadas por un humor contagioso que demuestra la autenticidad de la persona que millones de canadienses han conocido a través de programas como “The Debaters” o “Because News”, ambos en CBC Radio.

A pesar de proceder de una familia “bien” de Nicaragua, nadie le ha regalado nada a Chaves, que llegó a Montreal cuando tenía 17 años, enviada por sus padres que temían tanto las consecuencias de la revolución sandinista en el país centroamericano como su despertar sexual. Hoy es uno de los grandes nombres de la comedia de Canadá y ha trabajado incluso en producciones de Hollywood.

“Mis padres trabajaron para el Gobierno de (Anastasio) Somoza. Eran gente que les tenía horror al comunismo. Yo veo películas ahora del tiempo de McCarthy y todo eso y pienso que mi mamá debía estar oyendo esas informaciones porque le tenía horror al comunismo. Me acuerdo que decía: ‘Si el país se vuelve comunista, no vamos a comer carne’. ¡El vegetarianismo era una amenaza en mi casa. No vamos a comer carne!”, explica Chaves.

“Mis padres pensaron que yo me iba a involucrar en la revolución. Y además, mi mamá leyó mi diario, en el que contaba que ya estaba yo como en el abecedario del lesbianismo. Y decidieron mandarme a Canadá, a Montreal. ¡Donde hay las mujeres más lindas del mundo! ¡Es como mandarte a Disneylandia para mujeres gay!”, continúa Chaves, para quien es imposible no buscar el humor incluso en sus dramas personales.  

Sus padres, ambos abogados, salieron de Nicaragua con los hermanos de Martha y se instalaron en Guatemala durante la revolución.

“Teníamos familiares en Guatemala. Y resulta que la tal guerra no pasó, pues triunfaron los sandinistas. Y mis padres, como mucha gente que había trabajado en el Gobierno de Somoza, pensaron que no podían volver. Perdieron todo, no tenían ni un centavo. Se quedaron en un convento al principio. Y ayudados por nicaragüenses que estaban en Guatemala empezaron a trabajar para poder sobrevivir”.

En 1982 su padre murió en Guatemala, “de tristeza”.

“Él amaba Nicaragua y quería volver. Mi mamá trabajó bajo el protocolo de otros abogados y a los 65 años hizo su equivalencia y se volvió a graduar de abogada. Mí mamá era una mujer increíble”.

Mientras todo esto ocurría en Centroamérica, Chaves proseguía su vida en Montreal, estudiando y trabajando para subsistir.

“Yo me quedé sola con 17 años. Había otros jóvenes nicaragüenses estudiando que tampoco ya los padres les podían mandar un centavo porque el córdoba se devaluó hasta el suelo. Y había uno, Francisco Cuadra, que su papá había sido guerrillero en el tiempo de Somoza. Un señor muy adinerado. El papá de él se había venido refugiado huyendo de Somoza y Francisco me explicó cómo volverme refugiada, basado en la manera que lo había hecho su papá. Yo no podía ir a Nicaragua ni a Guatemala porque no tenía papeles. Me quedé como en limbo cuando mi visa de estudiante se venció así que decidí aplicar para mi refugio”.

Chaves empezó a trabajar cuidando los niños de un abogado de Montreal, Steven Korda, que le recomendó que buscase la ayuda de un reconocido jurista de derechos humanos, Julius Grey.

“Fui a mi primer ‘hearing’ de refugio político y di pruebas del exilio de mi familia. Y creo que se cansaron porque así como te estoy hablando, les hablé a ellos por 24 horas. ‘Ya, ya, póngale el sello que le vamos a dar la resolución’”, explica entre risas.

“Alguna gente cree que aquí te dan el refugio así no más. No. Lo que me dieron fue un trámite para un pasaporte de apátrida como identificación y un permiso de trabajo para mientras se resolvía. Yo en aquel tiempo no tenía ni idea que se podía aplicar para asistencia social. Nada. Y seguí trabajando siendo la ‘babysitter’ de Justin Korda. Y ya después me tomó como un año y medio para que me dieran el estatus de refugio”.

Martha Chaves frente el local Huhg’s Room de Toronto antes de una de sus actuaciones. Foto: Martha Chaves

Además de trabajar como ‘babysitter’, asistente dental o guía y traductora para las esposas de los jugadores del equipo de béisbol de Montreal, los ya desaparecidos Expos, Chaves estudiaba inglés y francés y continuaba sus estudios de lingüística en la Universidad de Concordia. Y conoció al primer amor de su vida.

“La Giovanna. Y empezamos a vivir juntas. Pero mis papás no sabían, no tenían ninguna idea”.

Chaves reconoce que dedicarse al “stand-up comedy” fue como convertirse en refugiada en Canadá, casi un accidente.

“En Nicaragua siempre fui de la farándula, del teatro. En el colegio yo creía que a eso me quería dedicar. Y una vez aquí, me di cuenta que por el acento no podía aspirar a ciertas cosas. Aunque quisiera yo estar en el teatro, no me van a dar ese papel porque necesitan a alguien que sea anglófono. Aún en México me harían hacer audiciones de ‘cleaning lady’ porque soy gordita. O de la jefa del cartel. Pero no de protagonista”.

“En el ‘stand-up comedy’ empecé en el año 1993, mucho después de que vine aquí. Tuve una vida entera sin ser comediante. Pero como vivía en Montreal y tiene el festival más grande de la comedia, Just for Laughs (JFL), siempre iba a shows de ‘stand-up’ y pensaba que me gustaría hacer eso. Tome un curso con el CEO de JFL, Andy Nulman. Lo tomé para soltar la lengua, porque quería un arte que me ayudara a convertirme en intérprete simultánea. A pronunciar mejor. Y la graduación era un show de ‘standup’. Yo practiqué mis primeros cinco minutos siempre pensando la gente me va a mirar mal porque tengo acento”.

“Pero gracias a Dios este Andy nos enseñó que si había algo que te distinguiera de toda la otra gente, que lo usarás a tu favor. Y que le quitaras el poder a la gente de burlarse de vos, porque vos te burlás primero de vos. Entonces mi primer chiste fue: ‘I know that you all think I have an awful accent. And I don’t give a chit’. Ese fue mi primer chiste y todavía a veces lo digo. Gracias a Dios yo creo que por ser nicaragüense, soy simpática así que de la otra cosa de que hablé fue de mi peso, que siempre he tenido problemas de peso. Que todo el peso que perdí me ha encontrado de nuevo, han debido ser todas las migas de galleta que dejé en el camino”, señala entre más risas.

Poco a poco, Chaves se reveló en la persona que es hoy: cómica, actriz, lesbiana, activista, creadora y pionera para generaciones de hispanos e inmigrantes. Mientras su familia en Guatemala seguía un camino similar, como inmigrantes refugiados en un país ajeno, y a la vez radicalmente distinto.

El líder de New Democratic Party (NDP), Jagmeet Singh, y Martha Chaves. Foto: Martha Chaves

Chaves admite que entre revelar a su familia conservadora que era una cómica de “stand-up” en Canadá y que vivía con una mujer, “fue más traumático decir a mis padres que era lesbiana, claro” aunque añade “pero es que mi mamá lo sabía. Yo no se lo tenía ni que decir porque siempre vivía con alguien, con una mujer y no tenía ningún novio”.

A pesar de todo, su madre la respaldó tanto en su vida personal como profesional.

“Mi mamá en eso me apoyó. He tenido pequeños papeles en películas de Hollywood. Y me está viendo en la televisión y me dice: ‘No sé porque no puedes aspirar a otro papel mejor´. ¡Nunca fue satisfactorio para ella lo que me veía hacer! Pero como ella vio que me daba felicidad, cuando ya estaba muy enferma y a punto de morir, me decía que estaba muy orgullosa. Después, cuando murió, fuimos al banco donde tenía sus alajitas. Y una de las alajitas que tenía era una carta que yo le había mandado con unos recortes de periódico donde yo salía. Como para decirme que ese era uno de sus tesoros. ¡Vamos a llorar ahora!”, explica conteniendo la emoción.

La singular voz de Chaves y la calidad de su humor ha hecho que sea una presencia constante en la radiotelevisión pública canadiense, CBC, así como en festivales de humor de todo Canadá y Estados Unidos. Chaves ha actuado ante el primer ministro, Justin Trudeau, y también ha participado en series de televisión y en películas de Hollywood, como «Down to Earth» (2001), con Chris Rock, o «John Q» (2002), con Denzel Washington.

Pero a pesar de todo, no fue hasta hace tres años que Chaves fue reconocida públicamente por su carrera.

“No me concedieron el premio al mejor cómico de stand-up de Canadá hasta 2017. ¡Y me habían nominado 500 veces! Eso no es normal. Y te aseguro que algunos dirán: ‘Simplemente se lo dieron porque es latina, porque es mujer y porque es gay’. Si no te lo dan es porque no eres suficiente y si te lo dan es por algo. Como dicen, ‘haters are going to hate’. Y lo más difícil en el mundo, pienso yo, es ignorar esos comentarios porque esos son los mismos comentarios que la persona malvada que vive en tu cabeza te dice”

Martha Chaves con el premio al mejor cómico de stand-up de Canadá que recibió en 2017. Foto: Martha Chaves

“Lo único que en Canadá es frustrante porque no hay industria. Yo ya he hecho todo lo que alguien hace en Canadá como ‘stand-up comedian’. Desde que uno empieza ‘stand-up’ hasta pequeños papelitos en películas. Pero lo que te dicen los managers y agentes de la industrtia es que te tenés que ir a Estados Unidos. La prueba está que todos los comediantes canadienses que han triunfado a gran escala es porque se fueron a EE.UU. Me iba a ir en el 2006, ya tenía ahorrado el dinero y de repente a mi mamá le dio cáncer en el cerebro. Así pasa. La vida le cambia a uno los planes y me fui a Guatemala para estar con ella hasta que falleció. Se gastaron los ahorros y tuve que volver a Canadá a empezar de cero”.

Ahora, Chaves tiene otros objetivos. Y todos pasan por Canadá. Chaves es la personificación de la broma con la que muchos inmigrantes responden cuando se les pregunta porque se han quedado en Canadá: sólo puede ser por amor.

“Conocí a la Linda, mi pareja. Y ella no se iría a EE.UU. porque su papá es viejito y no lo voy a dejar. Yo soy muy feliz con la Linda y me puse a pensar que yo ya no soy una quinceañera para irme ahora a los Estados Unidos a perseguir la zanahoria. Prefiero ayudar, ser instrumental, que en Canadá tengamos industria. Y aprovechar lo que tengo, pues”

“Fama y fortuna en Canadá no vamos a tener porque Canadá es como yo siempre digo. ‘El Canadian show business es como el witness protection program: nadie te conoce'», bromea. «Pero gracias a Dios que he podido, a pesar de que son 25 años, seguir siendo relevante, que mi material esté fresquecito. Ahora estoy aprendiendo a hacer shows en internet, en la cajita”.

Martha Chaves con una bandera de Nicaragua. Foto: Martha Chaves

A pesar de que Chaves sólo ha vuelto una vez a Nicaragua desde que salió del país a los 17 años, en 2005, un viaje que reconoce no fue bueno por el acoso que recibió del régimen de Daniel Ortega, la cómica siempre se identifica como nicaragüense primero y guatemalteca después. Una identidad nicaragüense que aparece constantemente durante la entrevista.

“Siempre me identifico como nicaragüense. Toda mi vida. Después mi mamá me consiguió mis papeles en Guatemala. También soy guatemalteca y me siento guatemalteca por proxy, por ellos. Por mis hermanos y mis sobrinos. Y claro, he vivido la mayor parte de mi vida en Canadá. Soy muy canadiense, especialmente en cuanto a ‘stand-up’ se refiere. Pero mi ‘duende’ es nicaragüense porque creo que tenemos un espíritu diferente a toda Centroamérica. Es el espíritu amistoso, fresco, la burla, la locuacidad”, declara. 

“Así que siendo nicaragüense, y habiéndome tenido que adaptar a tantos cambios (que hoy tenés una vida y que ya no la tenés el siguiente día, por el terremoto, la guerra, el exilio), yo ya sé que con esto de la pandemia estoy en el modo de supervivencia. Hay que adaptarse ahorita. La Linda dice: ‘We have to Nicaragua this thing’, porque en Nicaragua si no tenés un trípode, agarrás un taburete y lo ponés de trípode. Es decir, uno inventa, uno se apaña con lo que tiene”. 

Chaves también ha descubierto el lado oscuro de internet.

“Me he dado cuenta por el internet que todavía hay un montón de homofobia, es increíble en el siglo XXI. Lo que pasa es que para cuando yo digo que soy gay en el escenario, ya les caí bien, les hablé de otras cosas, ya se rieron. A mi no me da miedo decirlo. En algunos lugares sí. En Alberta me da horror decirlo y que me espere alguien después del show para apalearme.  Pero también pienso que uno tiene que representar porque a veces la gente es homofóbica porque no conocen a nadie. Quien sabe lo que tienen en su cabeza que es una lesbiana. Hasta el nombre, ‘lesbiana’, les cae mal. Te imaginas un monstruo o algo que te va a robar tus niños y se los va a llevar.  Pero cuando ya se dan cuenta que las personas son personas y que los LGTBQ vivimos entre ellos, nos aceptan”.

Martha, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y la pareja de Chaves, Linda. Foto: Martha Chaves

“Es importante ser visible porque hay tanta gente que se siente sola, jóvenes, gais que se sienten solos, que piensan que son una abominación porque sus familias así se lo dijeron. Y es importante representar. Así como representar a los latinos”, añade revelando su lado activista.

“Todo los prejuicios se basan en la falta de educación. La homofobia está basada en eso. Uno veía muy normal reírse de los ‘maricones’. Hablar así e imitarlos y todo eso. Yo pongo un stop, ‘no quiero que me hables así’. Porque es ofensivo. Uno tiene que educar también. Y cuando viene la gente y me dicen a mí que ser gay es una abominación les digo, ¡si en la vida hay montones de cosas que son una abominación! El cóctel de camarones que te comiste hoy es una abominación porque en la Biblia se dice que el marisco es abominable”.

Chaves concluye dando consejos a los inmigrantes latinos en el país. Con su correspondiente dosis de humor. 

“No dejarse achantar por nadie. Y luchar, luchar, luchar. ¡La lucha continúa! como decían. Eso es, nunca poner las armas ‘down’. Y si le estoy dando consejos a nuevos inmigrantes: comprense un buen abrigo y aprendan a vestirse en capas. Eso es muy importante. Porque cuando uno llega al centro comercial y anda con un gran abrigo y no anda vestido en capas, se asa. Mientras que si andás en capas, te podés ir quitando y te podés ir poniendo. Hay que salir como que uno va a una expedición. Y ahora tenés que añadir encima, la mascarilla y el sanitizador de las manos o alcohol si no te importa oler como andas borracho”

“Y la otra cosa es que hay que apoyarse los unos a los otros. Dejar estos paradigmas de detestarse entre los latinos o detestar a los españoles. Bueno es que ustedes… me entendés”, apunta con ese punzante humor que la caracteriza.

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Julio César Rivas
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Over the last 30 years, Julio Cesar Rivas has worked as a foreign correspondent, photographer, and videographer in South America, Central America, North America and Europe, covering the civil wars in El Salvador and Guatemala, the Zapatista uprising in Mexico, the coup d’Etat against Jean-Bertrand Aristide in Haiti or Fidel Castro’s death in Cuba. Julio Cesar has also covered several presidential elections in United States. Currently, Julio Cesar works as Agencia EFE’s correspondent in Canada and lives in Toronto with his wife and two children. His articles in Lattin Magazine reflect his own point of view.