Las numerosas peticiones que ha recibido el Ayuntamiento de Toronto en los últimos días para cambiar el nombre de Dundas Street ha puesto en el foco la historia, para muchos desconocida, que hay detrás de este nombre que hasta ahora solo se identificaba con una de las calles más largas y populares de Canadá.
Una petición, que ya ha generado más de 10000 firmas, solicita a la ciudad que considere rebautizar esta arteria, cuyo actual denominación debe al vizconde Henry Dundas, un abogado y político escocés de finales del siglo XVIII. En 1794 fue nombrado primer Secretario de Estado para la Guerra y desde su cargo fue conocido como «el gran tirano», por retrasar la abolición de la esclavitud en el imperio británico en 15 años.
Henry Dundas es el último objetivo en la línea de dominó de figuras históricas que se están cuestionando por sus vínculos o directa implicación con prácticas esclavistas. En Ontario, por ejemplo, el alcalde de Russell Township, Pierre Leroux, está considerando la posibilidad no de cambiar el nombre de la ciudad, que evoca la figura de Peter Russell, un funcionario del gobierno del siglo XVIII que retrasó la abolición de la esclavitud, sino mantenerlo pero vincularlo a otra figura con el mismo apellido pero sin esa turbia relación con la peor época de la esclavitud.
Mantener el nombre pero buscar otro personaje es la alternativa que están buscando algunas ciudades que están de acuerdo en revisar el origen de su nomenclátor pero quieren evitar los efectos sobre los negocios y empresas de sus localidades. Cambiar direcciones, cartelería, publicidad e incluso los nombres de asociaciones y clubes deportivos, culturales y sociales puede provocar efectos perniciosos en la economía y vida social de muchos lugares.
Según los historiadores, el comercio de esclavos en el imperio hubiera terminado algunos años antes de 1807, fecha oficial de la abolición, si no hubiera sido por las maniobras de obstrucción de Henry Dundas. Esto provocó que al menos 630.000 personas tuvieran que esperar más de una década por su relativa libertad, señalan los expertos.
Un año antes, Dundas se convirtió en la última persona en ser acusada en el Reino Unido por uso indebido de fondos públicos. Fue absuelto pero nunca regresó a un cargo público.
El alcalde de Toronto, John Tory, ha tratado con cautela el tema. Ha asegurado que la petición de cambiar el nombre de Dundas Street es algo que debería discutirse y considerarse cuidadosamente.
La iniciativa ha sido promovida por el artista local Andrew Lochhead tras comprobar que en Edimburgo se estaban produciendo movilizaciones para derribar una estatua de Dundas. No es un hecho aislado, en Bristol, Inglaterra, los manifestantes derribaron una estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII Edward Colston, la llevaron al puerto y la arrojaron al mar.
La violenta muerta de George Floyd a manos de la policía en Estados Unidos ha provocado una reacción en cadena inédita en todo el mundo en defensa de la igualdad y el fin del racismo. Lo que en un principio fue uno más de los conflictos sociales que se viven en Estados Unidos desde hace décadas por est emotivo, se ha convertido en un fenómeno global que ha arrollado a egregias figuras, hasta ahora incuestionables, de la historia de muchos países
Lochhead ha asegurado que es “particularmente irritante” que Toronto mantenga el nombre de Dundas, dado su impacto positivo insignificante en Canadá.
Bobby Dundas, décimo vizconde de Melville, ha defendido estos días en diversos medios la figura de su lejano antecesor. Asegura que lejos de ser un partidario racista de la trata de esclavos, su siete veces bisabuelo jugó un papel clave para terminarlo.
El vizconde señala que «Henry Dundas era un abolicionista. Defendió la abolición de la trata de esclavos. Eso ha sido escrito por innumerables personas. Pero hay que entender en el clima actual, lo que fue la política de desigualdad y explotación racial en el Reino Unido y el Imperio Británico «.
John Tory ha solicitado al administrador de la ciudad, Chris Murray, que forme un grupo de trabajo para examinar este tema. En 30 días este grupo debería de tener listo un informe sobre cómo la ciudad debería proceder con el posible cambio de nombre de la calle.
«Renombrar una arteria principal o un espacio público crea muchos desafíos prácticos», asegura Tory, «pero deberíamos de seguir un proceso que pueda examinar nuestras preguntas históricas más importantes y relevantes, junto con todos los asuntos prácticos involucrados si tales cambios fueran a ser hecho».
El impulso para eliminar los tributos a figuras históricas problemáticas en Toronto y en todo el mundo ha ido creciendo, con iniciativas para renombrar, por ejemplo, la Universidad de Ryerson y eliminar la estatua de Egerton Ryerson que preside el campus, debido a sus creencias racistas y su papel en la creación del sistema escolar residencial en Canadá, según indican los promotores de esta petición.