En días recientes, tanto un grupo de organizaciones comunitarias como un grupo de políticos a través de todo el país han estado solicitando al Gobierno canadiense que, en estos momentos de crisis provocada por la pandemia del COVID-19, se les dé a los trabajadores indocumentados que hay en Canadá un tratamiento similar al que se le da a cualquier ciudadano o residente permanente.
Desde una perspectiva humanitaria, hay que tener en cuenta que estas son personas que han vivido en Canadá durante muchos años. Yo personalmente tengo conocimiento de personas que han estado en el país más de diez años sin estatus y que están muy bien establecidas, que tienen hijos nacidos aquí, tienen trabajo, muchos de ellos tienen sus propias compañías y algunos vienen de países que están en crisis económica o política y que por lo tanto no sería difícil legalizarlos. Hay que destacar que estas son personas que pagan impuestos provinciales, municipales y federales, y es justo que, como residentes de este país, ya sea con o sin estatus, se les den los mismos servicios para poder vivir tranquilos durante esta crisis.
Desde una perspectiva práctica, por otra parte, hay que decir que las personas que rechazan esta idea lo hacen básicamente por razones políticas, porque tienen temor de que la opinión pública esté en contra de que también se les dé ayuda a las personas que están indocumentadas. Pero estas personas que están en contra deberían darse cuenta de que el objetivo primordial de la ayuda que está dando el gobierno es para que las personas puedan quedarse en sus casas, para que no se contagien y para que no contagien a nadie.
Si observamos los trabajos que hacen las personas indocumentadas vemos que la mayoría están involucrados en las áreas de servicios, de salud, de cuidado de niños, de cuidado de ancianos, en la construcción, etc., es decir, en la mayoría de los trabajos esenciales que han permanecido abiertos durante la pandemia.
Estas personas, aparte de que están más expuestas que quienes tenemos la posibilidad de trabajar desde casa o de quedarnos en casa y recibir la ayuda del Gobierno, están forzadas a seguir trabajando, primero, porque la mayoría hacen trabajos esenciales, y segundo, porque quienes no hacen trabajos esenciales tienen que seguir trabajando dado que es su única fuente de recursos en términos económicos para mantener a la familia.
En ese sentido, si no estamos de acuerdo en que a los indocumentados se les dé la ayuda financiera por su falta de estatus, debemos mirarlo de forma pragmática desde la perspectiva de que están en nuestra sociedad, de que están trabajando y que pueden ser un peligro de contagio para el resto de la población. Es decir, si no queremos ser altruistas, seamos egoístas. Pero por cualquiera de las dos razones se les debería dar la protección.
También debemos tener en cuenta que aun si estas personas quisieran regresar a sus lugares de origen, las fronteras están cerrados en muchos países del mundo. De hecho, tenemos ciudadanos de distintos países que están estancados en Canadá y que no pueden regresar simplemente porque las fronteras están cerradas, y porque no hay vuelos. En todo caso, lo que diversos sectores comunitarios y políticos canadienses están pidiendo es una ayuda temporal de cuatro meses, igual que se les está dando al resto de personas que viven en Canadá, para que puedan ellos también quedarse en casa y prevenir enfermarse y contagiar a otros.
[perfectpullquote align=»left» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]En Canadá hay entre 500.000 y 1 millón de indocumentados que pagan impuestos[/perfectpullquote]
¿Cuántos indocumentados hay en Canadá? La información que manejo obviamente no es exacta porque ningún indocumentado va a levantar la mano para que lo cuenten, pero las cifras que teníamos en el año 2005, cuando estábamos peleando por la regularización de las personas indocumentadas en Canadá, se basaba en un estudio que se había hecho y que hablaba de alrededor de 500.000 personas sin estatus. Sumado a eso, si tomamos en consideración que en el año 2015 se terminó un programa para trabajadores calificados y que se estima que un porcentaje alto de esas personas se quedó en el país después de que se les vencieron los permisos de trabajo, yo creería que en el país hay actualmente alrededor de un millón de personas que viven de forma indocumentada.
Aquí es importante señalar que desde el momento en que estas personas están en el país y que están trabajando, obviamente son personas muy importantes para la industria de construcción, para los servicios y para el cuidado de niños en las casas (lo cual permite que los padres, los profesionales canadiense y residentes, puedan salir tranquilos a sus trabajos sabiendo que sus niños están en buenas manos), etc. Y estas personas también son importantes para la economía canadiense dado que son consumidores y, como dije anteriormente, pagan impuestos.
Recuerdo que en el año 2010 se proyectó una película sobre los indocumentados en los Estados Unidos, “Un día sin mexicanos”, la cual mostró la importancia que tienen los indocumentados para distintos servicios e industrias. En esta, la recolección de frutas en California paró completamente por la desaparición de los indocumentados, y si vemos lo que está sucediendo en estos momentos en Canadá, si miramos lo que está pasando con los trabajadores agrícolas, a pesar de que no son trabajadores indocumentados pero que sí son trabajadores vulnerables, podemos darnos cuenta que efectivamente son necesarios para Canadá.
De hecho, hay granjeros que están con problemas muy grandes con las cosechas porque dada la pandemia muchos trabajadores de temporada no están llegando al país. Esto, debido a que las fronteras están cerradas y porque hay mucha confusión entre el Ministerio de Inmigración de Canadá (CIC) y la Agencia de Servicios Fronterizos (CBSA), porque a pesar de que Inmigración ha abierto las puertas para los trabajadores esenciales, y en este caso los productores de alimentos son esenciales, la CBSA no les está permitiendo entrar, por lo que se ha creado una crisis en la producción de las granjas a través del país.
Esto indica claramente que los trabajadores temporales y los indocumentados son esenciales para mantener la economía de ciertas áreas.
Algunas de estas personas llegan al país como visitantes y cuando se les termina dicho estatus deciden quedarse a trabajar y se establecen en el país. Otros llegan como estudiantes internacionales y dado que por alguna razón no lograron obtener su residencia permanente deciden quedarse. También hay personas que vienen a trabajar, otras piden refugio y son rechazados, y al no poder obtener la residencia deciden quedarse indocumentadas.
Pero yo tengo 37 años de experiencia trabajando con indocumentados y jamás he visto un indocumentado que no estuviese trabajando, tratando de establecerse económica y socialmente en el país. He visto a muchos indocumentados que han abierto sus propias compañías y que le están dando trabajo a ciudadanos canadienses y a residentes permanentes. Y hay, lamentablemente, una falacia en relación con el comportamiento de los indocumentados, porque no es raro ver que a veces se les asocia con criminalidad, cuando por el mismo hecho de vivir de forma indocumentada las personas tienen un comportamiento mucho mas correcto que el de las personas que tienen su estatus en el país. Porque el estar sin estatus en Canadá los hace vulnerables, ya que cualquier tipo de error, aunque sea un error de tráfico, los pone en peligro de ser detectados y arrestados por CBSA y eventualmente deportados.
En conclusión, estoy totalmente de acuerdo con las organizaciones sociales y con los políticos que están pidiendo que se les de algún tipo de beneficio a las personas que se encuentran en el país sin un numero de seguro social y que por lo tanto no pueden recibir asistencia del Gobierno. Y creo que la población canadiense también debería de estar de acuerdo en ello, porque si no es por una cuestión de humanidad y compasión, debería ser por la seguridad de la ciudadanía, es decir, para mantener en sus casas a todas las personas que pudieran convertirse en un riesgo de contagio.