El movimiento de los «chalecos amarillos» que comenzó el año pasado en Francia como un movimiento pacífico que se ha vuelto cada vez más violento, ahora ha intentado replicarse en algunas de nuestras ciudades en Canadá. Aunque el movimiento de los chalecos amarillos en Canadá es mucho más pequeño que en Francia, su presencia en nuestra nación es problemática por muchas razones.
Este movimiento comenzó en Francia el 17 de noviembre del 2018 en respuesta al incremento a los impuestos sobre el combustible de los automóviles. Los manifestantes adoptaron el símbolo del chaleco amarillo por una ley francesa que obliga a los automovilistas a llevar chalecos amarillos en sus vehículos para emergencias.
En el primer día de la protesta, casi 300.000 automovilistas bloquearon las carreteras en todo el país. Una semana después, salieron unos 106.000 manifestantes. A fines de noviembre, una protesta posterior en París con 75.000 chalecos amarillos se volvió violenta y resultó en más de 400 arrestos. Desde entonces, las protestas han crecido con choques con el Gobierno y los manifestantes están siendo acusados a título personal para que respondan por los daños causados.
Inicialmente, el movimiento cobró impulso en Francia y en toda Europa, ya que la mayoría de los involucrados eran de la clase trabajadora. A medida que avanzaban las semanas, las protestas ya no solo se limitaban al aumento en los costos del combustible, sino que también a muchas otras áreas de la sociedad donde la clase trabajadora siente que su presidente no está preocupado por sus necesidades, sino que se ha alineado con la clase empresarial.
En Canadá, las protestas de los chalecos amarillos se llevaron a cabo en Edmonton, Toronto, Winnipeg, Okanagan, Moncton, Calgary, Saskatoon y Halifax. También, se realizó una caravana de camiones que atravesaron el país desde Red Deer, en Alberta, hasta Ottawa, en protesta por la supuesta falta de apoyo del Gobierno federal a la industria petrolera en dicha provincia, y en contra del impuesto al carbono, entre otros tópicos. Si bien esta no fue exactamente una caravana de los chalecos amarillos, si incluyó a muchos de ellos con sus propias reivindicaciones.
Uno de los tópicos de las protestas de los chalecos amarillos en Canadá es el Pacto Mundial para las Migraciones de las Naciones Unidas que Canadá firmó recientemente. Este es el primer acuerdo negociado intergubernamental, preparado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para cubrir todos los aspectos de la migración internacional sobre la base de un enfoque común.
“No es legalmente vinculante y se basa en valores de soberanía estatal, responsabilidad compartida, no discriminación y derechos humanos, y reconoce que se necesita un enfoque cooperativo para optimizar los beneficios generales de la migración, al tiempo que se abordan sus riesgos y desafíos para individuos y comunidades en países de origen, tránsito y destino”, reza el documento.
El acuerdo fue firmado por más de 160 países, incluido Canadá. La necesidad del acuerdo proviene de la preocupación de la ONU por los más de 258 millones de migrantes que hay actualmente en el mundo. Se espera que esta cifra crezca y, con ella, que haya también un aumento de la desigualdad, los desequilibrios demográficos.
La necesidad del acuerdo comenzó después de la crisis migratoria en Europa en el 2015, que incluyó el mayor número de refugiados y migrantes visto desde la Segunda Guerra Mundial. El acuerdo es un intento de regular y poner orden en la migración de personas en el mundo. No equivale a un aumento en la migración sino más bien a una manera de manejar mejor el flujo de personas y la migración irregular.
Aquí radica el problema. Los chalecos amarillos en Canadá están malinterpretando el acuerdo en el sentido de que hay más personas que ingresan a Canadá sin regulación, lo cual es exactamente lo contrario del acuerdo.
[perfectpullquote align=»left» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]Los chalecos amarillos canadienses están malinterpretando el Pacto Mundial para las Migraciones de las Naciones Unidas que Canadá firmó recientemente[/perfectpullquote]
En la Nathan Philips Square, un pequeño grupo de aproximadamente 60 chalecos amarillos intentó realizar una protesta junto con la excandidata a alcalde de Toronto Faith Goldy. Los testigos de la protesta comentaron que el grupo no parecía tener una sola creencia o razón para protestar. De hecho, un informe de Global News indicó que la mitad de los manifestantes parecían ser de derecha y la otra mitad de izquierda.
Las manifestaciones realizadas por los chalecos amarillos en Edmonton y Calgary parecían más bien estar organizadas por los miembros de los Soldados de Odín. Este es un grupo de supremacía blanca fundado en Finlandia en el 2015.
Los llamados en la zona oeste del país parecen estar más concentrados en la continuación de la construcción de oleoductos y en un alto a lo que los manifestantes llaman «inmigración ilegal». Como he dicho en artículos anteriores y sigo insistiendo, no existe tal cosa llamada inmigración ilegal en Canadá, porque como firmantes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, debemos permitir que cualquier persona que entre a Canadá a buscar protección, sea escuchada.
Los manifestantes que participaron en los mítines en Canadá y en la caravana de camiones parecen ser predominantemente hombres blancos, jóvenes o de mediana edad, pero también hay una buena cantidad de mujeres blancas, jóvenes o de mediana edad. Las pancartas en los mítines apuntan a ataques personales contra el primer ministro, Justin Trudeau, y hacia políticas poco pensadas.
Según un politólogo, Jared Wesley, de la Universidad de Alberta que ha estudiado el movimiento de chalecos amarillos en Canadá, los manifestantes están resentidos por que los canadienses de la clase trabajadora se están quedando rezagados y están siendo reemplazados por otros, los inmigrantes, que no se parecen ni actúan como ellos.
Wesley comentó además que la mayoría de los hombres blancos mayores que participan en el movimiento de los chalecos amarillos en Canadá perciben que se les ha quitado poder, aunque todavía están en la cima de la mayoría de las instituciones del país.
El sentimiento antiinmigrante existente en el movimiento de los chalecos amarillos en Canadá se remonta a un aumento de la islamofobia en el país. Irónicamente, este aumento se puede remontar a las acciones de nuestro Gobierno para reducir el racismo y los sentimientos contra la inmigración, tales como la moción M-103. La M-103 fue una moción aprobada por el Parlamento de Canadá en 2017 que pide al Gobierno «condenar la islamofobia y todas las formas de racismo sistémico y discriminación religiosa». Algunos en el público entendieron erróneamente que esto permite que la «ley de la sharia» se practique en Canadá y reduzca su «libertad de expresión».
El reconocido tuit del primer ministro Trudeau en el que daba la bienvenida a las personas que huyen de la guerra y la persecución, en respuesta a las políticas antiinmigrantes de Donald Trump, y a la ola de refugiados sirios que estaban siendo bienvenidos en Canadá, aumentaron los sentimientos antiinmigrantes de personas que temían una amplia migración de personas no blancas procedentes de países no cristianos.
El primer ministro Trudeau ha dicho que las protestas de los chalecos amarillos canadienses son el resultado de la agenda conservadora, específicamente con sus sentimientos contra la inmigración.
Durante una entrevista con Canadian Press, Trudeau dijo lo siguiente: «Las decisiones que los conservadores han tomado recientemente para, por ejemplo, atacar el Pacto Mundial sobre la Migración de una manera que está difundiendo deliberadamente mentiras para obtener ganancias políticas a corto plazo y aumentar la ansiedad en torno a la inmigración, es irresponsable. No es la forma en que deberíamos estar avanzando de manera reflexiva en uno de los grandes problemas que enfrenta nuestro país «.
Al igual que el movimiento de los chalecos amarillos en Francia, el movimiento en Canadá no parece tener un objetivo o líder unificado, sino que se basa en falsedades y en mentiras para obtener beneficios políticos. Esperemos que esta división en sus miembros conduzca a su eventual disipación, dado que su mera existencia bien puede verse como una amenaza para las comunidades inmigrantes que viven en este país.