Por Giovanna Salazar y Laura Vidal
Publicado originalmente en Global Voices bajo licencia Creative Commons
En medio de las fuertes manifestaciones estudiantiles que han tenido lugar a lo largo del mes de septiembre, la comunidad estudiantil mexicana ha invitado a la reflexión colectiva en torno a los hechos históricos del Movimiento de 1968 en México. En su momento, el Movimiento concentró también numerosas manifestaciones estudiantiles, pero el desenlace fue trágico con la violenta disolución de la manifestación pacífica que se conoce hoy como “La Masacre de Tlatelolco”.
En las marchas de este mes han participado estudiantes de escuelas públicas y privadas de México apoyados por familiares, docentes y personal administrativo. La consigna original fue la de ponerle fin a la violencia dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México, la universidad pública más grande del país.
La primera manifestación tuvo lugar el pasado 6 de septiembre y reunió a más de 30 mil estudiantes:
¡HISTÓRICO!
Miles y miles de estudiantes de la UNAM, IPN, UAM, UACM, ENAH, UPN, normales (entre varias otras) llegaron a CU con una consigna:¡Fuera porros de la UNAM!
¡Fuera porros de las Universidades!
¡Que vivan los estudiantes!#FueraPorrosUNAM #NoMasPorrosEnLaUNAM @lhan55 pic.twitter.com/WxS4Ibm8wp— Cooperativas Tlalpan (@HechoenTlalpan) September 6, 2018
Esta manifestación en particular surgió en respuesta al ataque que sufrieron tres días antes alumnas y alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades por parte de “grupos porriles” – o grupos de choque – durante las manifestaciones pacíficas organizadas para exigir un mayor número de docentes, así como justicia por el asesinato de la estudiante del CCH Oriente, Miranda Mendoza, que había sucedido tan solo una semana antes.
Las protestas se reprodujeron y aumentaron luego de estos hechos. El reclamo general se centró en demandar seguridad al interior de las decenas de facultades, escuelas, centros e institutos de investigación que conforman a la UNAM. En específico, se pide la expulsión de los grupos de choque (conocidos como “porros”) que, según se denuncia, reciben beneficios políticos o económicos a cambio de desestabilizar la vida universitaria y de oponerse violentamente a distintas manifestaciones estudiantiles.
«Somos los nietos del 68»
Las manifestaciones cobraron un gran simbolismo al haberse cruzado con el 50 aniversario del Movimiento del 68 que aglutinó en su momento numerosas causas sociales y políticas de relevancia. Entre las exigencias del Movimiento estaban la liberación de presos políticos, la renuncia del partido en el poder y también la ampliación de libertades políticas y cambios democráticos que erradicaran el autoritarismo.
El gobierno vio en las protestas un intento de golpe de Estado hilado por grupos comunistas y una amenaza para la seguridad nacional. La respuesta fue agresiva y contundente.
Las numerosas marchas del 68 incluyeron la llamada “Marcha del silencio” en la que los manifestantes se cubrieron la boca con pañuelos blancos, y que los estudiantes de hoy replicaron el 13 de septiembre, día de su 50 aniversario.
La represión violenta de las manifestaciones en 1968 llegó a su cúspide con la disolución de la manifestación de Tlatelolco, cuando fuerzas del gobierno arremetieron contra los manifestantes. El número de víctimas fatales aún es incierto, pero de acuerdo con distintos testimonios y reportes ha oscilado entre 200 y 1500.
La marcha de 2018 y sus reflexiones, así como fotografías contrastando las movilizaciones de uno y otro momento han sido compartidas en redes a través de hashtags como #MarchaDelSilencio y #A50Del68:
#FotoHistórica
Asambleas Generales en Ciudad Universitaria.
Arriba a la izquierda en 1968, a la derecha 2014, y abajo mitin hoy 2018.
¡Arriba lxs estudiantes¡ #UNAMSinViolencia #FueraPorrosUNAM pic.twitter.com/04fJVBzcgh— Veka García (@La_Tinisima) September 6, 2018
Al mismo tiempo, medios como Animal Político concentraron parte de su contenido en la publicación de crónicas y noticias de los hechos de 1968 en tiempo real. Otros más han dado una mirada más cercana a las causas estudiantiles de ayer y hoy, como el presentador y analista político Leopoldo Gómez:
La protesta ya no es por la represión, sino por la incompetencia del gobierno. En el 68 se luchó contra los excesos del gobierno; ahora se exige más, un buen gobierno. A 50 años subsiste un reclamo común: el fin de la impunidad. En 1968, la del propio gobierno, y en 2018, la de los criminales a los que el gobierno no les hace frente.
De acuerdo con los intercambios en Twitter y las consignas de las marchas, la violencia que se impone como telón de fondo en México y que deja un promedio de más de 70 personas asesinadas al día forma parte de las causas de las protestas. Durante la réplica de la Marcha del silencio se mencionó, por ejemplo, la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuyo cuarto aniversario se da también en septiembre de este año:
Frente al Antimonumento de Ayotzinapa, los manifestantes recuerdan a los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala #MarchaDelSilencio pic.twitter.com/KthT5sLBMl
— Plumas Atómicas (@plumasatomicas) September 13, 2018
Finalmente, el historiador Octavio Solís contrasta los dos momentos y destaca la fuerza simbólica de las protestas de 1968, así como los modos en los que la “imaginación derrotó al poder”:
“El movimiento estudiantil de 1968 condensó el reclamo de muchos sectores que no habían podido encontrar un cauce. […] A cada acto represivo o intento de control surgía una respuesta imaginativa y contundente […] Sólo dos meses duró el movimiento, pero como bien se dice, hay días, semanas, meses que condensan años […] como la apuesta de aquellos jóvenes por el silencio [durante la marcha de ese mismo nombre], que logró poblar el olvido de dignidad; imagen viva que perdura hasta hoy, después de medio siglo.”