Del susto al trato: Costa Rica, el amigo canadiense y los Rush

El pequeño país centroamericano vivió sobresaltado la segunda ronda electoral, ante la posibilidad de que el candidato evangélico ultra conservador, Fabricio Alvarado, asaltara la presidencia. Pero el candidato oficialista de centro izquierda, Carlos Alvarado, lo evitó al amasar el 60% de los votos en el balotaje, prometiendo un trato a la ciudadanía: un gobierno de unidad nacional.

Por Daniel Zueras

Simpatizantes de Coalición Costa Rica, un movimiento ciudadano que se activó en segunda ronda para tratar de frenar al candidato evangélico.

Costa Rica es un país de contrastes. Ubicado en el centro de las Américas, tiene un gen conservador que ha estado a punto de convertir en exitoso el asalto a las urnas del movimiento evangélico, aupado por la homofobia y la tan manida ‘ideología de género’. Pero a la vez es abierto y progresista, con un sistema de seguro social único en América Latina.

Un país en el que es posible, como le ocurrió a este periodista, encontrarse en la puerta del supermercado con el presidente electo de compras con sus esposa, apenas cuatro días después de las elecciones, y que pueda acercarse a estrecharle la mano y felicitarle por el triunfo, sin ningún cordón de seguridad.

Carlos Alvarado puede andar tranquilo por la calle, pese al alto nivel de polarización que se vivió en la campaña electoral, marcada por el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el pasado 9 de enero. Una opinión consultiva obligaba al Estado costarricense (y a otros 19 países miembro) a garantizar “el acceso a todas las figuras ya existentes en los ordenamientos jurídicos internos, incluyendo el derecho al matrimonio, para asegurar la protección de todos los derechos de las familias conformadas por parejas del mismo sexo”.

Esta sentencia fue aprovechada por los dos Alvarado que pugnaban por la presidencia. Por un lado, Fabricio (Restauración Nacional, RN), que con un discurso homófobo en contra del matrimonio igualitario, conseguía enardecer a la población más conservadora. Antes de ese 9 de enero (la votación en primera ronda tuvo lugar el 4 de febrero) el candidato de RN tenía apenas un 2% en las encuestas, pero se disparó con un discurso que apostaba por sacar al país de la corte IDH.

[perfectpullquote align=»right» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]La inseguridad es un problema en Costa Rica. Los 603 homicidios registrados en 2017 suponen un dramático pico histórico.[/perfectpullquote]

Por el otro lado, Carlos Alvarado apenas contaba con un 4% de los apoyos en noviembre, al inicio de la campaña electoral, pero el hecho de ser el único candidato mainstream que defendía sin ambages el matrimonio igualitario hizo que lograra aglutinar el voto progresista en torno a él.

Así, Fabricio Alvarado fue el candidato más votado en primera ronda (de entre 13), con el 25% de los votos, mientras que Carlos Alvarado convenció al 21% de los que acudieron a las urnas, en lo que ya se ha dado en llamar el ‘shock religioso’. La abstención se disparó hasta el 34,3%.

Pero volviendo al tema de los contrastes, pese a que el futuro presidente puede caminar sin guardaespaldas, el alza de la inseguridad es un hecho: los 603 homicidios registrados en 2017 (en un país con apenas 4,9 millones de habitantes) suponen un dramático pico histórico. Con 12 asesinatos por cada 100.000 habitantes (la Organización Mundial de la Salud lo considera epidemia a partir de 10), se trata de un problema que se incrementa con la creciente influencia del narcotráfico en el país.

Los otros grandes retos del nuevo gobierno son el déficit fiscal (expertos consideran que Costa Rica está al borde de una auténtica crisis fiscal) y las infraestructuras de comunicaciones.

La revolución de las crayolas

El 1 de abril Costa Rica vivió lo que se ha bautizado como ‘la revolución de las crayolas’, en referencia a una revuelta pacífica en las urnas (se marca al candidato seleccionado con una crayola). La reversión en segunda vuelta es una rareza en América Latina, ya que se consigue apenas el 25% de las ocasiones en que se ha llegado a balotaje en el continente.

Para que esto ocurra, además es necesario incrementar la participación en las urnas, y que el que alcance la primera posición sea considerado un “mal mayor”.

Ambas condiciones se dieron, rebajando la abstención (del 34,3%, al 33,5%) y colocando a Fabricio Alvarado ante el electorado como alguien sin proyecto de país (la aspiración era obtener apenas un diputado, pero el vuelco en primera ronda le dio 14 curules, y la posibilidad de luchar por la presidencia), inexperto y ultra conservador.

“En segunda vuelta se elige entre el menor mal y el mal mayor. El menor era seguir otros cuatro años con un gobierno mediocre como ha sido el actual, y el mayor era ir a un fundamentalismo religioso que podía ser un salto al vacío”, afirma Daniel Zovatto, director para América Latina y el Caribe de IDEA Internacional.

Simpatizantes de Coalición Costa Rica.

El otro gran factor fue la alianza firmada con el candidato que quedó cuarto en primera ronda, Rodolfo Piza (del partido Unidad Social Cristiana, PUSC, centro derecha).

En segunda ronda, el candidato oficialista necesitaba ofrecer “certeza a la ciudadanía”, explica el politólogo Gustavo Araya, director de Instituto Ciudadano, porque de repente el PAC arrastraba la sombra de un giro a la izquierda no bien entendido por sus electorado tradicional. Había temor a que continuara en el poder, sin una certeza de que no siguiese por un camino de izquierda.

«Tener un acercamiento con el PUSC le garantizaba acercamiento al centro, con un líder redactor del programa del movimiento libertario, un líder de los sectores productivos y se giraba al centro”, asegura Araya. Un pacto con una rúbrica, esa hoja de ruta le dio la certeza a cierto sector de que este gobierno de centro era posible.

El corresponsal en Costa Rica del diario español El País, Álvaro Murillo, ve que en los medios extranjeros “hay sorpresa” por lo acontecido en Costa Rica, ya que se trata de “una especie de laboratorio del funcionamiento de la democracia” en América Latina, por lo que consideró muy llamativo el triunfo de Fabricio Alvarado en primera ronda, unido al auge de los movimientos evangélicos en toda la región.

La entrada en tropel de la juventud tica

La irrupción de las redes sociales se antoja fundamental para entender el resultado. Coalición Costa Rica, un movimiento espontáneo (con gente de las más diversas tendencias políticas) que surgió en las redes ayudó a articular el trabajo y el entusiasmo en torno al candidato del PAC. En apenas unos días, tras el resultado de primera ronda, logró aglutinar a 248.000 personas (hoy supera los 270.000).

El grupo firmó una agenda de 57 puntos con Carlos Alvarado, con quien se van a reunir en una mesa de negociación por los próximos cuatro años.

[perfectpullquote align=»right» bordertop=»false» cite=»» link=»» color=»» class=»» size=»»]Canadá es un socio fundamental para Costa Rica, ya que es su segundo mercado turístico, tras el estadounidense.[/perfectpullquote]

“Tenemos que ser entes fiscalizadores. La ciudadanía siempre debería fiscalizar, y también apoyar cuando las cosas se hacen bien”, asevera Alejandra Gómez, una de las fundadoras del movimiento: ocho jóvenes politólogos y comunicadores que, decepcionados de una pobre campaña electoral, abrieron un grupo en Facebook que les sorprendió por su capacidad de movilización y dinamismo.

“Es el grupo disidente resultante de la pauperización de los partidos políticos. Se constituyó como una colaboración espontánea sin liderazgo formal”, apunta Gustavo Araya. A su juicio, con respecto a Coalición ha habido una “lectura errónea de los partidos tradicionales, como instrumento electoral, y no lo ven como una respuesta espontánea”. Si esos partidos no tienen “la madurez de entender que las ideas deben ir por encima de las banderas, van a volver a fracasar”, aduce Gómez.

Buena sintonía con Trudeau

Canadá es un socio fundamental para Costa Rica, ya que es su segundo mercado turístico, tras el estadounidense. Más de 200.000 canadienses pasaron sus vacaciones el año pasado en el país, una parte importante de los 2,9 millones de turistas que recibió.

De ahí que la buena sintonía entre los dos jóvenes mandatarios de ambas naciones sea fundamental de cara a las relaciones bilaterales durante los próximos cuatro años.

El primer ministro canadiense Justin Trudeau (46 años) felicitaba por teléfono al próximo presidente tico, Carlos Alvarado (38 años), como se puede observar en la charla, subida a Youtube por el costarricense Semanario Universidad.

En la conversación bromearon sobre el turismo y Alvarado confesó a Trudeau que su grupo favorito es el canadiense Rush.

Este acercamiento entre los dos líderes ha servido para que el ejército de ‘trolles’ conservadores ataque de nuevo con todo a Carlos Alvarado, poniendo en duda a Trudeau al revivir un bulo de 2015, en el que supuestamente el líder canadiense atacaba a los cristianos evangélicos.

El diario costarricense La Nación, a través de su iniciativa #NoComaCuento (un exitoso experimento contra las fake news) ha desmentido tal aseveración.


Daniel Zueras es periodista, residente en San José, Costa Rica.

Compartir: