Canadá tiene cuatro de las diez mejores pistas al aire libre del mundo, según la original lista que acaba de publicar la prestigiosa cadena de hoteles de lujo Fairmont. El Canal Rideau de Ottawa, la plaza Nathan Phillips de Toronto, el estanque Grouse Mountain Patinating de Vancouver y el lago Louise de Alberta ocupan un lugar destacado en esta élite de espacios de ocio que, cuando llega el invierno, convierten a las ciudades en auténticos parques de atracciones.
En la lista, sorprendentemente, no está la pista de hielo del Rockefeller Center de New York, probablemente uno de los espacios más fotografiados de la ciudad y escenario de decenas de películas. Por el contrario, sí que aparece el Wollman Rink, la pista de hielo que construyó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en los años 80, y que se encuentra en otro espacio icónico de la ciudad de los rascacielos: Central Park.
Esta ausencia, quizá la más llamativa, le otorga mayor valor a la presencia de cuatro pistas de hielo canadienses, entre ellas la que cada invierno se abre en la Nathan Phillips Square de Toronto y que desde hace dos años se vincula inevitablemente al gran cartel luminoso que alumbra el nombre de la ciudad. Ambos elementos han sabido fusionarse con gran armonía para convertirse en elementos icónicos de la ciudad y unos de sus lugares más visitados. Hay otras elecciones que son obvias, como el Canal Rideau de Ottawa, que presume de ser la pista de hielo más larga del mundo. Mide casi 8 kilómetros de largo y fue declarado en 2007 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En esta lista evidentemente aún no está la primera fase de “The Bentway”, el nuevo parque protegido del Waterfront de Toronto, que se inaugura el 6 de enero. Este nuevo espacio público de 1,75 kilómetros de longitud, financiado en gran parte por una donación de los filántropos de Toronto Judy y Wil Matthews, es esencialmente un sendero al aire libre que transcurre bajo la autopista elevada que corta la ciudad entre Strachan Av. y Bathurst. Durante el invierno será una pista de patinaje de 220 metros de longitud y en el verano se transformará en un sendero urbano. Esta intervención urbanística logra dos objetivos: transformar una infraestructura de gran impacto visual en un espacio de ocio y crear una nueva zona de esparcimiento en pleno centro de Toronto que dinamizará el turismo y la actividad social y cultural.