Selene Guerrero es bailarina del cuerpo de baile del Ballet Nacional de Canadá desde 2007, la única mexicana en una compañía caracterizada por su carácter multicultural y cosmopolita. Formada en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes de México, llegó en 2004 a Toronto para participar en un curso de verano de la escuela nacional; ya no regresaría a su país. El amor por la danza y una condiciones formidables para el ballet la situaron pronto entre los jóvenes valores más prometedores. Desde entonces ha experimentado un extraordinario crecimiento profesional y personal que la ha llevado a consolidarse como una de las bailarinas más singulares y talentosas de la compañía.
Ha participado en algunas de las representaciones más famosas en el mundo del ballet: El Cascanueces, La Bella durmiente, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, Don Quijote, Las cuatro estaciones, West Side Story o El cuento de invierno. La historia del ballet circula a través de sus venas como una energía que la impulsa en las duras sesiones de entrenamiento y en los claroscuros de una disciplina que aspira a una perfección que no existe. Selene lo sabe y lo tiene interiorizado. Habla pausada y segura, se toma su tiempo para responder a las preguntas y cuando lo hace acompaña sus palabras de gestos elegantes y suaves. Hay algo vaporoso en su manera de hablar, de mirar y de caminar. Una bailarina nunca acaba de bajar del escenario, incluso cuando viste de calle.
¿Cómo llegas a Toronto?
Surgió en 2004; vine a Toronto a un curso de verano de la escuela del Ballet Nacional de Canadá. Me encantó la experiencia, conocí a compañeros que ahora son grandes amigos y al final del curso me enteré de que en realidad había sido una audición y que había sido elegida para entrar al curso completo. Así es que terminé los dos cursos completos de preparatorio, me gradué, hice un año extra de entrenamiento intensivo y después una audición para ingresar de manera estable en el Ballet Nacional de Canadá; me eligieron. De eso hace ya diez años. Desde que era muy niña siempre había imaginado, no sabía dónde, que algún día terminaría mis estudios fuera de México.
Llegué sin hablar inglés pero encontré a un amigo que supo tranquilizarme, darme valor y apoyarme en esos inicios. Lo veo ahora con perspectiva y tengo la sensación de que fue fácil, aprendí inglés bastante rápido con la ayuda de unos profesores extraordinarios. Me sentí siempre muy cómoda salvo en invierno, me dijeron que me iba a acostumbrar pronto aunque hasta la fecha no lo he conseguido pero al menos ya me sé vestir mejor (risas).
¿Cómo era aquella chica que llegó a Toronto desde México y cómo es hoy la mujer que ha actuado en escenarios de medio mundo?
Acabo de regresar de México de vacaciones, me encanta ir a mi país porque lo extraño mucho, extraño mucho a mi familia y a mis amigos. Pero casi llevo la mitad de mi vida en Canadá, de hecho en tres año ya llevaré viviendo tanto tiempo aquí como en México. Me siento igual de canadiense que mexicana, aunque obviamente siempre voy a ser sobre todo mexicana. Pero mi vida está aquí y este es ahora mi hogar. Cuando voy a México sé que voy de visita.
¿Cómo te ven en México? ¿Te sientes diferente cuando viajas a tu país?
Hace algunos años, cuando llevaba poco tiempo aquí, me sentía rara al ir a México pero ahora ya no porque como te decía antes lo veo más como que voy a visitar a mi familia y a mi país. No sé si soy diferente, le tendrías que preguntar a mis amigos si ellos me ven diferente. Pero yo creo que sigo siendo la misma persona.
Llevas una década como bailarina del cuerpo de baile del Ballet Nacional de Canadá. ¿Cómo valoras esta experiencia, tanto en lo personal como en lo profesional?
Es difícil porque te vas desgastando en tu cuerpo y en tu mente y al mismo tiempo vas ganando cada vez más experiencia. Las cosas que sé ahora, lo muchísimo que he aprendido en este tiempo… Cuando vine aquí creía que ya sabía todo y sin embargo con el tiempo vas cambiando y aprendes nuevas cosas, bailas de una manera diferente, te haces más versátil, acumulas mas repertorio… Son muchas cosas para valorar.
¿Qué aportas de tu origen mexicano, latino, a un ballet tan internacional como el de Canadá?
Al ser una compañía con componentes de muchos países yo pienso o espero aportar bastante porque cada individuo es diferente y tiene una esencia propia, como persona y en la forma de bailar. Yo me formé en México de una manera distinta a la que tuvieron otros bailarines de la compañía, y después al venir a Canadá empecé a entrenar como lo hacen aquí. Si ahora volviera a México bailaría seguro diferente a como lo hacía cuando era chica. Con esto quiero decir que todo ha sido valioso para mi crecimiento artístico y profesional, y mi esencia latina sin duda se ve reflejada de algún modo en los roles que nos entregan en cada coreografía.
Por ejemplo, ahora vamos a bailar Onegin y el papel que interpreto es el de una campesina y yo siento que expreso mi rol de una manera muy mexicana: ligera y feliz. Tiene que ser diferente al de mi compañera rusa, que va a pensar lógicamente en una campesina rusa.
¿Tu condición de latina pesa a la hora de la elección de los papeles que interpretas?
Como la compañía es muy internacional te ponen de todo pero de repente si quieren algo más latino acuden a ti, lógicamente. En cierta ocasión hasta me mencionaron en el periódico porque hice un baile español en La Cenicienta y alguien dijo que era la mejor parte del Tercer Acto.
¿Cuántas metas has cumplido y cuántas ambiciones están pendientes?
Cuantos más logros consigues más nuevas metas quieres conseguir. Nunca me imaginé vivir en otro país porque hasta hace unos años yo seguía pensando que iba a estar aquí temporalmente, pero ya tengo que aceptar que aquí vivo y aquí estoy haciendo mi vida. He viajado a lugares muy bonitos que nunca pensé que algún día conocería. He conocido a bailarines que de niña admiraba a través de la tele o de vídeos y que me parecían inalcanzables. Ahora los veo después de funciones o en fiestas, siguen siendo muy grandes, siguen siendo mis ídolos, pero ahora los conozco. He bailado en lugares como Rusia… Es una carrera bastante pesada y difícil. Como todo artista, hay logros y momentos difíciles con los que hay que lidiar.
¿Cuál es la parte más dura de esta profesión cundo se apagan las luces del escenario?
La subjetividad de la carrera artística porque por más que trabajes o por más talento que tengas al final todo el mundo tiene una opinión diferente de tu trabajo. No hay manera de medir tu talento o quién es el mejor. Las oportunidades no siempre son justas pero es parte de esta carrera y lo sabía desde el principio. Pero hay cosas tan lindas que no lo cambiaría por nada. Tengo que pensar que mi trabajo es bailar y no me puedo quejar de ello.
¿Cuál es la coreografía que mas te ha marcado en tu carrera y cuál es la que todavía no has realizado?
Trabajamos mucho con James Kudelka, que fue el director artístico del Ballet Nacional antes de ser sustituido por la actual, Karen Kain. James ha hecho muchos ballets para la compañía y yo he tenido la oportunidad de bailar en varios de ellos, fueron ballets clásicos que él ha hecho más actuales con sus coreografías, que suelen ser muy complicadas, muy orgánicas y muy musicales. Creo que no he trabajado con nadie que sea tan difícil, pero luego te sientes tan satisfecho de haber trabajado tan duro…
Si logras hacer las coreografías como son, es sin duda una de las mejores sensaciones. La experiencia con él siempre es muy similar; al principio es muy duro y difícil, te empuja muchísimo, bailas de una manera que no sabías que podías hacer y finalmente estás agotada pero enormemente satisfecha. Respecto a la segunda parte de la pregunta, me quedan muchísimas coreografías por bailar. Vamos a hacer Las cuatro estaciones. Yo he bailado ya la primavera pero me encantaría bailar el verano porque siente que es más yo.