Salió de su natal Cuba con una cámara fotográfica, una maleta prestada, sin dinero y sin saber inglés; hoy viaja por el mundo dando conferencias y seminarios, compartiendo su «filosofía de vida», a la que él mismo ha llamado el despertar de la conciencia.
Toronto fue la ciudad que lo vio desembarcar por primera vez en el año de 1998; aquí obtuvo su primer trabajo como mesero en un restaurante dominicano. Hoy tiene más de tres millones de seguidores en twitter y más de un millón y medio de seguidores en Facebook, donde a diario comparte mensajes y frases que promueven una idea espiritual.
La historia de Ismael Cala es la de un comunicador y perdiodista que asegura haber abandonado su zona de confort para seguir los pasos de su maestro de meditación Deepak Chopra. Tras ese hallazgo se entregó por completo a vender, por medio de sus anécdotas y conocimientos científicos y filosóficos, un conjunto de seminarios, conferencias, viajes de purificación y una serie de libros. De la experiencia personal y la reflexión íntima surgió el negocio. Y con él la fabricación de un «influencer».
«Si tu no abrazas lo desconocido te vas a tener que quedar en la zona que te dio tu gran éxito, porque lo bueno es el peor enemigo de lo mejor», señala a Lattin Magazine el también motivador, quien ha desarrollado lo que él llama, el método CALA de Vida. (Constante Aprendizaje para el Liderazgo en Acción).
Durante mas de cinco años Ismael Cala trabajó como presentador de un programa de entrevistas para una cadena de televisión hispana en Estados Unidos, y tras su renuncia inició una gira de conferencias denominadas Despierta con Cala, donde comparte un mensaje por el cual ha sido calificado por muchos como predicador.
En dicha plática Ismael recuerda que estando en Cuba él vivía en automático, respondiendo a quien le preguntara por su estado de ánimo: «ahí voy, en la lucha»; como si la vida fuera una montaña cuesta arriba, «un estado de ánimo donde la gente vive todos los días un conflicto bélico consigo mismo».
En multiples entrevistas, Ismael Cala se ha definido tambien como «un comunicador humanista»; en sus conferencias mezcla el tono prudente y moderado de sus conocimientos filosóficos con experiencias de vida; es en esta faceta cuando se olvda de empatizar y opta por lo políticamente incorrecto: «el socialismo de Cuba es una mierda», dispara, para a continuación señalar que en la isla es muy difícil tener fé y alegría, «por que existe una deseperanza aprendida».
«A mí no hay quien me haga el cuento, porque yo vengo de un país en el que yo me la creía, por eso es fácil manipular a las masas y los gobiernos se aprovechan de eso», señala Ismael, quien recuerda haber vivido en su infancia y adolescencia los apagones, la carencia de comida y hasta la falta de papel sanitario. Las memorias de su infancia suelen formar parte del relato.
«Si tú dices a ti mismo que solo estas sobreviviendo, estás quitando inmediatamente tu poder creativo de alterar de alguna manera tu realidad o tus circunstancias, porque un superviviente lo que hace es satisfacer sus necesidades para no ahogarse o morirse de hambre», argumenta.
Al igual que muchos inmigrantes, cuando Ismael Cala llegó a Canadá sufrió el choque cultural de su vida, por eso destaca que las personas que emigran deben asimilar los cambios para convertirse en «ciudadanos globales», e «invertir en sí mismos para crecer intelectualmente», por lo cual no duda en felicitar a quien asiste a su conferencia. Los tickets pueden llegar a costar hasta 250 dólares, sólo al alcance de unos privilegiados. Los caminos para llegar al discurso de Cala a veces son exclusivos.
Para Ismael la vida no es de «color de rosa», ni tampoco «una porquería»: el comunicador sostiene que “la vida es un proceso y un largo viaje sobre una cuerda floja” donde es necesario quitar el «automático” y “despertar la conciencia».
Entre las múltiples anécdotas que comparte en sus conferencias, Ismael Cala también toca el tema de la salud mental de su familia. «Porque venia de una herencia que me repetía con tabú, no se hable, no preguntes, no cuentes que tu familia está loca, mi abuelo se suicidó, mi tía se suicidó, mi papa fue diagnosticado con esquizofrenia, además yo había crecido con cierta lástima hacia mi padre porque le faltaba un brazo y nadie nunca me quiso explicar cómo perdió el brazo», comparte Cala. Esos traumas de la infancia y el contexto de un universo de carencias y renuncias dejaron su «autoestima en el piso» y un cuadro vital lleno de «problemas de identidad de todo tipo».
Hace casi veinte años que llegó a Toronto por primera vez e Ismael Cala rechaza ser llamado líder espiritual; prefiere catagolarse como un «entrenador de vida» que ha construido un «emporio» de pláticas, seminarios y conferencias, que hoy muchos llaman «el fenómeno Cala».