El nombre «Espanola» tiene uno de los orígenes más singulares de la rica toponimia canadiense. Sin duda, resulta extraño encontrarse en mitad de Ontario, en una zona remota a la que supuestamente nunca llegaron los colonizadores españoles, un nombre que no admite dudas sobre su procedencia. ¿Pero llegaron los españoles a esta pequeña localidad situada al suroeste de Sudbury, uno de los grandes centros mineros de Ontario y Canadá? Técnicamente se puede asegurar que nunca alcanzaron esas latitudes de Ontario, pero indirectamente sí que lograron, de manera nada premeditada, que el español se introdujera a través de algunos fraseos y palabras sueltas.
La historia cuenta que a mediados del siglo XVIII la tribu de Ojibwa (perteneciente a las Primeras Naciones) envió a un grupo de exploradores hacía el sur para reconocer nuevos territorios. Recorrieron un largo trecho y se adentraron en el centro de lo que hoy es Estados Unidos y que entonces todavía formaba parte de las pertenencias españolas en territorio norteamericano.
Los indígenas regresaron de su expedición y se trajeron consigo a una mujer blanca que hablaba español y que acabó casándose con uno de los jefes locales de la tribu, que vivía cerca de la desembocadura del río, en la zona en la que hoy se extiende la localidad de Sudbury. La española enseñó a sus hijos a hablar español y con el tiempo otros miembros de la tribu fueron aprendiendo y utilizando algunas de esas palabras.
Más tarde, cuando los expedicionarios franceses llegaron por primera vez a este asentamiento, descubrieron con estupor que muchos de los nativos locales utilizaban con normalidad expresiones españolas. Al principio pensaron que los conquistadores ibéricos se les habían adelantado pero finalmente descubrieron las razones de tan insólita inmersión lingüística. En todo caso, los franceses decidieron llamar al lugar como «Espagnole«, y décadas después acabó convertido en el anglosajón «Espanola« y el río en «Spanish River«, cuando los británicos se apropiaron de todos los territorios del actual Ontario.
La actual Espanola fue fundada a principios del siglo XX como una ciudad para los empleados de la Spanish River Pulp and Paper company, una filial de Mead Corporation, que abrió una fábrica de pulpa y de papel en ese lugar. La ciudad se expandió rápidamente convirtiéndose en una bulliciosa urbe que pronto contó con un hotel, escuela y teatro. El 21 de enero de 1910, un tren de pasajeros de la Canadian Pacific Railway descarriló a 10 kilómetros al este de Espanola. Cuarenta y tres personas murieron a causa de la caída del vagón sobre las aguas heladas del río Español. Fue uno de los peores accidentes ferroviarios de la historia de la CPR.
Hoy Espanola es una población de 25.000 personas cuya actividad económica, como en sus orígenes, sigue dominada por la fábrica de pulpa del Spanish River. Pero nadie recuerda el origen del nombre de la localidad, y mucho menos de la mujer española capturada por los ojibwa. Sólo el libro Espanola on the Spanish, escrito en 1989 por un trabajador forestal y profesor de instituto en Espanola, George Robert Morrison, ha dejado constancia escrita del singular origen de este topónimo en pleno corazón de Ontario.