Los inmigrantes que llegan a Canadá están más dispuestos a iniciar su propio negocio que los nativos del país. Es una de las principales conclusiones del estudio Nuevos emprendedores canadienses. ¿Una poco apreciada contribución a la prosperidad canadiense?, que ha elaborado Bessma Momani, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Waterloo y miembro destacado del Centre for International Governance Innovation (CIGI) y del Institute for Canadian Citizenship.
El informe se ha presentado en el marco de 6Degrees, la conferencia sobre inmigración y ciudadanía internacional celebrada esta semana en Toronto.
El estudio ofrece consistentes análisis y reflexiones sobre la aportación de los inmigrantes a la economía de Canadá y sustenta sus conclusiones en diversas estadísticas que ayudan, a su vez, a desmentir algunas ideas generalizadas sobre el impacto de las políticas de inmigración en el desarrollo del país.
Por ejemplo, Bessma Momani recuerda que los emprendedores que han venido de otros países suelen ser más activos e innovadores en la creación y comercialización de nuevos productos, destacan por su audacia con los negocios y están más capacitados para explorar nuevas fórmulas de crecimiento.
Esto es lo que el prestigioso economista Joseph Schumpter denominó como «destrucción creativa», teoría que defiende la necesidad de tener emprendedores capaces de romper el modelo capitalista desde dentro para desafiar a los monopolios y oligopolios con nuevos y mejores productos y servicios.
En este sentido, el informe aporta algunas cifras muy reveladoras: aproximadamente el 24% de las pequeñas y medianas empresas constituidas en Canadá con al menos un empleado están dirigidas por inmigrantes. Estas empresas están mejor preparadas para exportar que las creadas por ciudadanos nacidos en Canadá (14% frente al 11%), y al menos la mitad de ellas introdujeron algún tipo de innovación entre 2012 y 2014.
Los inmigrantes que han llegado al país, sostiene el documento, tienen mayor predisposición a dirigir su propio negocio que los nacidos en Canadá. El efecto que esta tendencia puede tener en el futuro del país es de gran importancia pues la inmigración será en el medio plazo la primera fuente de crecimiento demográfico del país, según Statistics Canada.
Para entender el escenario macroecómico y laboral de Canadá en los próximos años, Bessma Momani considera relevante constatar el peso que la pequeña y mediana empresa, principal ecosistema de desarrollo profesional de los inmigrantes emprendedores, tiene actualmente en la economía nacional.
Más de 1,2 millones de pequeños negocios están registrados en el país, que emplean a cerca del 70% de la población en edad de trabajar. Son 8 de los 11 millones de empleos totales. Además, en la década comprendida entre 2000 y 2010 el 98.5% de los nuevos trabajos creados en Canadá fue generado por un pequeño negocio (menos de 100 trabajadores), y de ellos un 60% fue en empresas con menos de cinco trabajadores.
Los inmigrantes emprendedores tienden a gestionar pequeños negocios en contraste con las grandes corporaciones dirigidas generalmente por nativos canadienses. Al menos el 60% de estas pequeñas empresas tenía en 2010 menos de dos trabajadores. Los sectores en los que principalmente se han enfocado están relacionados con bienes raíces, servicios administrativos y legales, salud, asistencia social, transporte, limpieza y construcción.
El entorno regulatorio de Canadá es idóneo para los pequeños negocios, como acredita la alta posición que ocupa el país en el World Bank´s Doing Business, que en su última revisión se situaba en el puesto 15 de los 186 países analizados.
Como señala el estudio, «los inmigrantes emprendedores hacen mucho más que abrir una tienda de suministros, un restaurante étnico o una lavandería, que es la idea generalizada que se tiene sobre el perfil de negocios de los inmigrantes. Cada vez más están trayendo al país creatividad y disrupción sobre los modelos tradicionales de negocio; están más dispuestos a innovar, invertir en investigación y desarrollo e introducir nuevos productos en el mercado del país».
Precisamente, Bessma Momani apunta que mientras los negocios canadienses tienen una especial aversión al riesgo y suelen concentrar sus exportaciones en Estados Unidos, los inmigrantes desafían esta cultura corporativa y están explorando nuevos mercados más allá del estadounidense aprovechando sus redes de contactos en sus países de origen.
Los economistas han encontrado que existe una correlación entre este hecho y el incremento de las exportaciones en Canadá. En concreto, entre 1980 y 1993 por cada un 10% de crecimiento de la población inmigrante, se correspondía un 1% de aumento de las exportaciones de Canadá y un 3% de las importaciones desde los países de origen de los inmigrantes. Esta es una tendencia que se mantiene.
Se barajan diversas teorías para explicar por qué los inmigrantes son más emprendedores que los nacidos en Canadá, especialmente los que vienen de países de Oriente Medio. Hay unas explicaciones culturales basadas en la facilidad para encontrar en sus círculos de compatriotas —lo que en economía sería la definición del nicho—, las vías para financiar, desarrollar y promover sus bienes y servicios. Luego, una vez consolidado el negocio en su ámbito más cercano, suelen dar el salto a mercados locales o nacionales más amplios para consolidar su integración en el país.
Así es como se construye la idea que explica de manera gráfica el papel de los inmigrantes en la economía del país: «sus negocios se encuentran desde la pequeña escala de la calle Mayor a las grandes corporaciones de Bay Street». Y se recuerda que algunas de estas últimas, como Magna International, BlackBerry, Saputo, Larco o Shopify fueron fundadas por inmigrantes que un día llegaron a Canadá en busca de un mejor futuro.