Hasta el 8 de mayo, Toronto es la capital mundial del cine documental con la celebración de Hot Docs, el mayor festival de documentales de Norteamérica y que este año celebra su vigesimotercera edición.
El éxito de Hot Docs, que en sus 23 años de existencia ha pasado de ser un modesto vehículo para la promoción de directores de documentales a una potente herramienta para la difusión y comercialización de esta forma de expresión, es también exponente de Toronto como ciudad volcada con el mundo del cine.
Además del superconocido Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), considerado entre las tres principales muestras del mundo, Toronto es sede cada año de decenas de otros festivales de cine de variadas temáticas: desde Palestina a la comunidad gay, lesbiana, bisexual y transexual pasando por cine aborigen. Y también, un festival de cine en español.
La pasada edición de Hot Docs, una cifra récord en la historia del festival, más de 200.000 personas, acudieron a las salas de proyección de la ciudad para ver los documentales llegados de todos los rincones del mundo. Y este año, los organizadores prevén que se superará esa cifra.
Para empezar, Hot Docs exhibe este año más películas que nunca, 232, procedentes de 51 países de todo el mundo.
«Con filmes de 51 países, este año Hot Docs realmente abarca todo el mundo, acercando a las audiencias de Toronto lo mejor en documentales de Canadá y el mundo», afirmó el director de programación del festival, Shane Smith.
Latinoamérica tiene una notable presencia este año en Hot Docs. Además de filmes producidos en la región, como la coproducción entre México y El Salvador Ausencias, un cortometraje de la directora Tatiana Huezo, o El infinito vuelo de los días, el debut como directora de la colombiana Catalina Mesa, Hot Docs exhibe películas producidas fuera de Latinoamérica pero centradas en historias del continente americano.
Una de ellas es Death By a Thousand Cuts, una producción estadounidense dirigida por el colombiano Juan Mejía Botero y el estadounidense Jake Kheel que explora las complejas relaciones entre Haití y la República Dominicana a través de la producción de carbón vegetal en la isla de la Española y que presta especial atención a las políticas antimigratorias aprobadas recientemente por las autoridades de Santo Domingo para contener la llegada de haitianos.