La dolorosa historia de los japoneses en Canadá a través de la mirada de ocho artistas

Unos 22.000 japoneses-canadienses fueron enviados a campos de internamiento y desposeídos de sus bienes en Canadá en los años cuarenta, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Su experiencia y la de sus descendientes es el núcleo de la exposición ‘Being Japanese Canadian: Reflections On A Broken World’, en el Royal Ontario Museum.

Steven Nunoda
‘Ghostown’, por Steven Nunoda, 2013. Foto: Rebecca Rowley / ROM

Tras el ataque japonés a la base de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, que marcó el inicio de la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Washington decidió aislar a unos 110.000 japoneses y estadounidenses de origen japonés residentes en su territorio. Canadá reaccionó de un modo similar.

Unos 22.000 japoneses-canadienses fueron enviados a campos de detención, fincas, campamentos y campos de prisioneros de guerra. Sus bienes, incluyendo sus casas, sus comercios y sus posesiones personales, fueron vendidos. Sus barcos de pesca, granjas, casas y almacenes fueron subastados, a menudo a precios irrisorios. Muchos niños crecieron en esos campos de detención, incluyendo futuras personalidades del país y referencias mundiales, como el ecologista David Suzuki o el escritor Joy Kogawa.

La comunidad japonesa y de origen japonés en Canadá tuvo que esperar casi medio siglo, hasta 1988, para que el Gobierno federal, entonces presidido por el primer ministro Brian Mulroney, les pidiera disculpas en una declaración formal en la Cámara de los Comunes, y los indemnizara. El acuerdo incluyó 21.000 dólares para cada individuo directamente afectado (unos 18.000 supervivientes para el año 1993), y un fondo especial para reconstruir la comunidad, que está actualmente a cargo de la Asociación Nacional de Canadienses Japoneses. Además, se aprobó un plan para abordar el racismo sistémico contra la comunidad japonesa en Canadá.

Ahora, la exposición colectiva Being Japanese Canadian: Reflections On A Broken World (japoneses-canadienses: reflejos sobre un mundo roto) ofrece en el Royal Ontario Museum una serie de perspectivas personales sobre el exilio, la desposesión y el internamiento en estos campos durante los años cuarenta.

Lillian Michiko Blakey
‘Reiko, Alberta 1945’, por Lillian Michiko Blakey, 2009. Foto: Nikkei National Museum

La instalación presenta artistas contemporáneos que experimentaron esta historia de primera mano, y también otros que se enfrentaron a ella a través de las vivencias de sus padres y abuelos.

Being Japanese Canadian es, en palabras de los organizadores de la muestra, «una invitación para reflexionar sobre las ramificaciones de este injusto episodio de la historia canadiense, y sobre lo que significa ser canadiense en la actualidad».

La exposición incluye obras de un total de ocho artistas: Lillian Michiko Blakey, David L. Hayashida, Emma Nishimura, Steven Nunoda, Laura Shintani, Norman Takeuchi, Marjene Matsunaga Turnbull e Yvonne Wakabayashi.

Yvonne Wakabayashi
‘Tribute’, por Yvonne Wakabayashi, 2017. Foto: Kenji Nagai.

‘Being Japanese Canadian’

  • Royal Ontario Museum ()
    Sigmund Samuel Gallery (planta 1)
  • Entrada incluida en la entrada general al museo
  • Más información

Para saber más:

Sobre la historia de los japoneses-canadienses:

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