¿Qué está pasando en la frontera entre Haití y la República Dominicana?

Imagen del documental ‘Death by a Thousand Cuts’.

En el reciente festival de cine documental de Toronto Hot Docs, se presentó el film Death by a Thousand Cuts, sobre el conflicto medioambiental y social que existe en la frontera entre la República Dominicana y Haití. 

El documental de los cineastas Juan Mejía Botero (Colombia) y Jake Kheel (Estados Unidos) intenta arrojar luz sobre un conflicto de baja intensidad que se desarrolla desde hace años en la isla de La Española entre ambos países.

Haití, la nación más pobre del continente americano y una de las menos desarrolladas de todo el mundo, sufre un grave problema de deforestación. Menos de un 2% del territorio haitiano está cubierto hoy en día por bosques, arrasados para poder crear carbón vegetal que es utilizado como combustible para cocinar.

La brutal deforestación de Haití se ha traducido en sequías, reducción de la fertilidad del campo y un mayor riesgo a los desastres naturales como lluvias torrenciales. La situación al otro lado de la frontera es radicalmente distinta. En la República Dominicana la superficie boscosa ha aumentado en los últimos años y en la actualidad alrededor del 40% de su superficie está cubierta por árboles.

Pero el dominicano Parque Nacional de la Sierra de Bahoruco, en la frontera entre los dos países, está sufriendo la explotación ilegal y legal de madera para la producción de carbón vegetal. En muchos casos, las actividades ilegales son achacadas a haitianos. «Empecé a entender la realidad y lo interesante de la situación: había muchos haitianos, tanto como trabajadores agrícolas para empleados dominicanos, como en la producción de carbón. Pero el carbón era como un misterio», declaró Kheel a la Agencia EFE.

«Había una historia muy interesante, única en la frontera. El misterio que estábamos intentando entender era el tráfico ilegal de carbón y el caso de un asesinato de un dominicano a manos de un haitiano», explicó Kheel, quien ha vivido durante los últimos 11 años en la República Dominicana. El filme también explora lo que los cineastas califican como corriente antimigratoria y antihatiana que existe en la actualidad en la República Dominicana, con la aprobación de leyes contra los haitianos que se encuentran en el país.

Mejía destacó que es parte de algo que está «pasando en todo el mundo, ya sea en Estados Unidos, en Europa o en otros países de América Latina». El cineasta explica esta corriente por el aumento de la desigualdad social. «Puede que la pobreza esté disminuyendo en muchos países, pero la desigualdad está aumentando. Cuando la gente se siente marginada lo primero que hace es buscar un chivo expiatorio», dijo.

«En Chile puede que sean los bolivianos y peruanos. En Venezuela, los colombianos. En México, los guatemaltecos. Y en la República Dominicana obviamente son los haitianos. Y la situación económica se brinda para un clima más antagónico», continuó.

Ese sentimiento ha aumentado especialmente tras el terremoto que devastó la capital haitiana, Puerto Príncipe, en 2010, con la llegada de decenas de miles de haitianos que huyen de las extremas condiciones de pobreza en su país. El año pasado, las autoridades dominicanas pusieron en marcha un plan para regularizar a los haitianos que residen ilegalmente en el país. Aunque miles pudieron regularizar su situación, muchos otros quedaron fuera de la legalización, incluidos los hijos de inmigrantes haitianos que nacieron después del año 2007.

Esto motivó un informe crítico de la Organización de Estados Americanos (OEA) que advirtió que miles de personas nacidas en la República Dominicana podían quedarse en situación de apátridas. Otras organizaciones de defensa de los derechos humanos han criticado las políticas dominicanas hacia los haitianos como discriminatorias.

En los últimos meses, el número de inmigrantes ilegales haitianos ha vuelto a aumentar lo que ha provocado alarma en algunos grupos en la República Dominicana. Por ejemplo, en febrero de este año, el historiador Manuel Núñez solicitó a las autoridades de la República Dominicana que sellaran la frontera con Haití ante la situación social que se vive en este país. Para Núñez, la República Dominicana está bajo ataques de organizaciones internacionales que tienen una clara intención de tratar de destruir todo lo que se haga en materia de regularización migratoria.

«La República Dominicana no está obligada a cumplir la disposición de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos porque simplemente no es parte de la corte ya que nunca ha sido ratificada, según los tratados internacionales, por el Congreso Nacional dominicano», declaró el historiador. Tanto Kheel como Mejía consideran que las políticas contra los inmigrantes haitianos han dañado la imagen de la República Dominicana aunque sean responsabilidad de solo una poderosa minoría.

«Hay grupos en la República Dominicana que tienen un punto de vista más extremo hacia los haitianos. Pero la mayoría de dominicanos son más racionales, más medidos. Son esos grupos extremistas lo que han utilizado la ley como herramienta para proyectarse como representativos del país», señaló Kheel. Mejía añadió que «las diferencias entre los dos países no son tan grandes en términos de estructura. Un fabricante de carbón dominicano tiene más en común con un fabricante de carbón haitiano, que con las elites de sus países».

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