LITERATURA HISPANA EN CANADÁ
Cuentos de nuestra palabra: un diálogo con Guillermo Rose

«Cuentos de nuestra palabra en Canadá» es un concurso literario que se celebra desde 2004 y que ha permitido dar luz y visibilidad a muchos escritores en español que residen en el país. Fruto de esa actividad son las dos ediciones de los libros publicados por Editorial Nuestra Palabra en los que se recoge buena parte de los relatos presentados al concurso. Lizandro Arbolay conversa con el escritor Guillermo Rose, creador y director del concurso.

“Cuentos de nuestra palabra en Canadá: Primera hornada” fue el primero de los títulos publicados por la Editorial Nuestra Palabra. Contiene 51 cuentos participantes en los primeros cinco años del concurso literario del mismo nombre.

Abierta la decimocuarta edición del Concurso, me entraron deseos de curiosear el fruto de las anteriores. Para quien no lo conozca, nuestra palabra (en minúscula, que somos humildes) es nuestro concurso más longevo, “plataforma y termómetro de la narrativa breve hispana en Canadá”. Desde su fundación, en 2004, otorga tres premios + un número variable de menciones honrosas en cada edición. Las obras premiadas y mencionadas se han publicado en dos antologías, Cuentos de nuestra palabra en Canadá: primera hornada (Editorial nuestra palabra, 2009), y una segunda hornada (ídem, 2014). El primer libro recopila 51 cuentos de 39 autores, el segundo 45 de 25. Cuando comencé a leerlos, tenía previsto escribir una nota sobre ambos. Luego decidí que no habría forma de comentar tantos y tan diversos textos de una sentada. Más práctico, pensé, sería conversar con Guillermo Rose, creador y director del concurso. Aquí va esa conversación:

Pregunta múltiple para el inicio, ¿cómo y cuándo se le ocurrió fundar nuestra palabra? ¿Por qué?

Cuando empecé a escribir no tenía certeza de que lo que escribía era publicable. Había ya ganado un tercer y segundo premio en concursos locales, pero necesitaba la opinión de un país hispano, con grandes escritores. Alguien me avisó del concurso «Cuento de las Mil Palabras» de la revista peruana Caretas, presenté un cuento con el que obtuve (1993) el primer premio, entre unos 1.500 escritores. Seguí participando y ganando concursos en Toronto, Montreal y Florida, USA. Decidí ya en 2002 dejar de participar en concursos por acá. Mejor aún, decidí que había que llenar un vacío para promover escritores en Canadá, en nuestro idioma. De ahí nació el concurso, para personas que viven en Canadá o nacionalizados canadienses en cualquier parte del mundo.

En número de participantes y colaboradores, en excelencia de propuestas, ¿ha crecido nuestra palabra?

Ha subido la calidad de las presentaciones desde que iniciamos el concurso a la fecha. Entre otros factores se debe a que han participado en los últimos años autores ya publicados y experimentados. La cantidad de cuentos ha disminuido sobre todo en el último concurso realizado. Puede deberse a que restringimos el máximo número de cuentos [a enviar] a cinco por autor. Tengo pues expectativas de lo que ocurrirá este año.

Que no son pocos, cinco por autor. Lo habitual en muchos concursos es aceptar uno, si acaso dos. Acá encuentro autores con premios y menciones en la misma edición. De hecho, la primera hornada parece dominada por Alejandro Saravia, con cinco cuentos, y la segunda por Francisco García González, con seis. A caballo entre ambas hornadas aparece Martha Bátiz Zuk, con cinco también. ¿Diría que son los principales exponentes de nuestra palabra?            

Imagínate que en uno de los concursos recibí veinte cuentos del mismo autor, por eso reduje [el máximo] a cinco.

Saravia tiene una gran fluidez para desarrollar los cuentos hasta llegar al final. Indudablemente [tiene] un extraordinario dominio del idioma, lo que le ha valido reconocimiento en eventos internacionales. Martha Bátiz es una autora que acomete temas fuertes o trágicos sin pestañear. Es fácil leerla y sus sorpresas vienen siempre al final a sacudirnos convincentemente.

Guillermo Rose es creador, director y organizador del concurso anual de cuentos en español “Nuestra palabra”, a nivel Canadá, desde 2004. ​

No soy jurado, ni puedo serlo ya que soy el único que conoce la verdadera identidad de los autores, vedada para los jurados. Si lo fuera, es posible que los premios variarían. Francisco es jurado del concurso desde el año pasado, ha ganado el primer premio.

Entonces, la diversidad de los cuentos premiados se relaciona con la diversidad y variabilidad del jurado mismo. Además de Francisco, veo que por el jurado han pasado otros nombres claves de la literatura cañadiense como la propia Martha, Hugh Hazelton, Margarita Feliciano, Jorge Etcheverry, Beatriz Hausner, Ramón de Elía y Alex Zisman. Este último ha colaborado incluso en las introducciones y ediciones de los libros.

Sí, Alex ha sido instrumental en su apoyo del concurso, desarrollo del mismo, consejos y una participación activa y rápida en la calificación. Asimismo en la formación e impresión de las dos antologías. Estoy tratando de mantener el mismo grupo de jurados, a fin de evitar esas variables que mencionas. El balance es que cuento con un grupo excelente de jurados que viven en diversas ciudades de Canadá, la mayoría escritores publicados y un corrector de estilo de primera categoría en el mundo hispano. Los jurados participantes tienen en común su inmenso aprecio por nuestro idioma y por el género del relato corto. Una labor que realizan totalmente ad honorem. Los cambios de jurado han ocurrido mayormente cuando los horarios recargados de algunos miembros les dificultaban la calificación.

Labor de amor y equipo que ha producido dos libros como joyas, editorialmente hablando. Me impresiona el cuidado que demuestran, en particular la segunda hornada. ¿Habrá una tercera?     

No tenemos certeza de esa posibilidad. No es una situación de cariño por las letras o por el concurso, ya que ambos existen. Es un tema puramente económico. El primer libro fue financiado por Alex y por mí. El segundo se realizó gracias a una muy generosa donación del Scotiabank. Quisiera dejarlo en duda, la que se resolvería cuando lleguemos al final del XV Concurso. Ojalá que se pueda realizar. La pulcritud de los dos libros debe atribuírsele 100% a la dirección de Alex Zisman.

La bendita rentabilidad. Como afirman, escribir un libro es la tercera cosa más difícil del mundo. La segunda es editarlo y la primera, venderlo. Por lo que dice, supongo que por el momento tampoco contemplen la publicación de our words. Me refiero a las traducciones de los primeros diez premios que coordinó Martin Boyd. Quizás pudieran publicarse en colaboración con otra editorial.

Aparentemente hay una disminución del nivel de lectura en castellano entre los hispanohablantes en Canadá. Mi percepción es que nuestras comunidades tienen un interés grande en lo que son imágenes y un interés muy pequeño en la palabra escrita. Es así que autores de muy alto nivel como Bátiz, Saravia, Etcheverry, etc., no son conocidos y sus obras son difíciles de vender. Entonces los dos libros de nuestra palabra han tenido muy escasa salida pese al cuidado con que se han producido y la calidad autoral también muy respetable.

La pregunta sería qué acciones podemos tomar para promover la lectura y la escritura en castellano en Canadá. ¿Debería convocar a todos los autores que conozco para ver si logramos una fuerza promotora importante? Estoy catalogado en el Registro Creativo [de la Asociación Canadiense de Hispanistas] como escritor y promotor de nuestro idioma.

No sé, la disminución de los índices de lectura es un fenómeno global. Escritores buenos, incluso muy buenos y hasta conocidos, pero con pocas ventas, los hay por todos lados y en cualquier lengua. Nuestro caso resulta más complicado, cierto, porque el mercado natural inmediato es pequeño y sumamente heterogéneo. Sin embargo, teniendo escritores y editores notables en cuanto concierne a la creación y presentación del texto, nos falta bastante a nivel extratextual. Los libros no se venden solos. En la mayoría de los casos, la promoción y la distribución dan ganas de echarse a llorar. Convocar escritores está muy bien, pero también debería accederse a otros espacios, a otros lectores y a otras formas de financiamiento. Que nuestra palabra exista, es casi un milagro; que el Scotiabank haya contribuido a la segunda hornada, es un gran logro; que no se haya distribuido y potenciado más, una pequeña tragedia.

Siendo el concurso nuestra palabra el único evento literario hispano que abarca todo Canadá, lo continuaremos en nuestro afán de promover la lectura y la escritura de historias cortas, buscando encontrar y reconocer valores literarios en esta tierra cuyos idiomas principales son el inglés y el francés. Siempre rogamos a aquellos que lean nuestra convocatoria, ayudarnos a difundirla entre los que hablamos nuestro idioma. Gracias a Lattin por su participación en esta labor de amor al castellano.

Las gracias a usted.                                             

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Lizandro Arbolay
Freelance translator, professional gamer, Spanish professor and McGill alumnus (PhD'16). Has published a bunch of gratuitous essays and a book of short stories, Oscuros varones de Cuba (Armada, 2017), worth its weight in atoms. Lives in Montreal.