10 razones para visitar Canadá todo el año

Las montañas Rocosas inspiran respeto y ganas de lanzarse a la aventura. Comparten sus paisajes los estados de Alberta y Columbia Británica y son el paraíso de los parques nacionales canadienses.

Canadá es uno de los países más espectaculares y bellos del mundo. Su inabarcable dimensión geográfica, la diversidad de paisajes y ecosistemas, la naturaleza aún salvaje en muchos rincones y el contraste urbano y cosmopolita de sus grandes ciudades hacen del país un destino turístico cada vez más demandado.

Toronto, la capital de Ontario, espera batir este año todos los récords históricos de visitantes y otras provincias como Quebec, Alberta, New Brunswick, Nova Scotia o British Columbia siguen experimentando importantes crecimientos en sus cifras de turismo. En 360FM/News queremos proponer algunos destinos interiores que hacen de Canadá un país que merece la pena ser conocido en profundidad. Conocemos sus dimensiones, así es que tómate tu tiempo.

Parques Nacionales de Canadá

El impresionante perfil de las montañas Rocosas inspira respeto y ganas de lanzarse a la aventura. Comparten sus paisajes los estados de Alberta y Columbia Británica y son el paraíso de los parques nacionales. Banff es uno de los históricos de América: solo Yellowstone, en Estados Unidos, y los Royal National Parks de Australia le superan en antigüedad. Asombra por sus afiladas montañas, un lujoso hotel de la era del ferrocarril y sus saludables fuentes termales. En el parque nacional de Jasper, además de visitar el Yellowhead Museum y conocer las hazañas de los exploradores europeos, hay centenares de excursiones posibles, como el Skyline trail, o el Path of the Glacier. El parque de Kootenay abruma por su belleza: profundos valles fluviales excavados por ríos de aguas bravas, prados alpinos y un horizonte dentado de montañas cubiertas de nieve que invitan tanto a la acción como a la mera contemplación. Por último, el parque de Yoho destaca por los depósitos de fósiles de Burguess Shale, que muestran 120 especies marinas con más de 500 millones de años de antigüedad.

Islas de Haida Gwaii (British Columbia)

Las vírgenes islas de Haida Gwaii, en la costa de la Columbia Británica, eran conocidas como el archipiélago de la Reina Carlota. Colosales píceas y cedros envuelven este paisaje virgen y lluvioso. El águila calva y el oso deambulan por el bosque, mientras el león marino y la orca patrullan las aguas. Pero el alma de estas islas es el pueblo haida, conocido por sus canoas de guerra y las tallas de sus tótems. Se puede conocer su historia en la reserva nacional de Gwaii Haanas, que combina aldeas perdidas, cuevas funerarias y manantiales termales con la posibilidad de practicar el mejor kayak del continente.

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Cabot Trail (Nova Scotia)

Los 300 kilómetros de Cabot Trail (Nueva Escocia) serpentean y suben por montañas costeras con imponentes vistas al mar en cada curva, ballenas que asoman del agua frente al litoral y numerosos senderos para pararse y explorar a pie. La zona además está salpicada de comunidades celtas y acadias (descendientes de los franceses que se asentaron en el siglo XVIII) y su rítmica música de violines suena en los pubs locales. El mejor tramo está en la costa noroeste de la isla de Cape Breton y, después, el que desciende hasta Pleaseant Bay: una carretera tortuosa con miradores para disfrutar de unas fantásticas panorámicas. Podremos desviarnos hasta la localidad de Glace Bay para captar su historia minera, ir a la fortaleza de Louisbourg, en el este, para ver cómo era la vida militar en el siglo XVIII o al Highland Village Museum para conocer el modo de vida de los primeros inmigrantes escoceses.

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Foto: Henry Georgi

Reserva Nacional de Nahanni (Yukon)

A la reserva nacional de Nahanni, en la frontera del Yukón, solo se puede llegar por aire o mar, se articula en torno al río South Nahanni, que fluye a lo largo de más de 500 kilómetros a través de las escarpadas montañas Mackenzie. Sólo unos mil visitantes llegan cada año hasta aquí, la mitad de ellos piragüistas que tratan de conquistar este legendario cauce. La recompensa es como para pensárselo: cataratas de treinta pisos de altura, altísimos cañones y leyendas de gigantes. Esta es una tierra de pioneros que llegaron en busca de oro y dejaron sus propias historias sobre tribus salvajes, oro y muertes misteriosas. Una parada que merece la pena son las cataratas Virginia, el salto de agua más alto de Canadá, en el curso medio del río Nahanni.

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Foto: Hermann Erber

Trans-Canada Highway

La Trans-Canada Highway recorre 7.800 kilómetros desde St. John’s, en Terranova, hasta Victoria, en la Columbia Británica, atravesando algunos de los principales destinos del país: el Gros Morne National Park, la isla de Cape Breton, los parques nacionales de Banff y Yoho, además de ciudades como Quebec, Montreal, Ottawa, Calgary y Vancouver. Técnicamente es una combinación de carreteras provinciales y muchos de los mejores rincones requieren desviarse de la vía principal, pero merece la pena. El punto de inicio, St.John’s, es la ciudad más antigua de Canadá. El tramo final, tras atravesar las inmensas praderas, nos sorprende con un espectacular cambio de paisaje, los mejores parques nacionales y el espectacular cañón del río Fraser, desde el que sólo hay un breve paseo hasta Vancouver y el ‘ferry’ que conduce a Victoria. Muchos inmortalizan la llegada haciéndose una foto junto al letrero de la milla 0. Se suele tardar más de un mes en conducir de costa a costa.

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Foto: Frank J Wicker

Quebec City

Quebec es la única ciudad amurallada en Norteamérica al norte de México y se presta a preguntas de concurso. Aquí está la primera iglesia parroquial de Canadá, el primer museo, la primera catedral anglicana, la primera escuela femenina, el primer barrio comercial y la primera universidad francófona. El diario Québec Chronicle-Telegraph es el periódico más antiguo del continente y L’Hôtel Dieu fue el primer hospital. Y además, la capital del estado de Quebec es preciosa: las callejuelas y plazas de la Ciudad Vieja, patrimonio mundial, tienen más de cuatrocientos años de antigüedad, con catedrales rematadas por agujas que podrían estar al otro lado del Atlántico y café donde se escucha jazz. El Château Frontenac es el hotel más fotografiado del mundo, pero si queremos salir de lo más turístico basta con salir de la ciudad amurallada: cerca de la Citadelle se encuentra la zona de moda, St. Jean Baptiste, con una animada vida nocturna.

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Foto: Chris Cheadle

Viking Trail (Terranova)

El Viking trail, también llamado Route 430, conecta dos puntos de la isla de Terranova que son patrimonio mundial: el Gros Morne National Park, con sus lagos similares a fiordos y sus extravagancias geológicas, y L’Anse aux Meadows, el excepcional asentamiento vikingo de la casa de Leif Erikson. Este lugar fue fundado 500 años antes de la llegada de Colón al Nuevo Mundo, y aunque no queda apenas nada de la antigua colina vikinga, hay una interesante recreación de la vida en la época vikinga. La carretera del Viking Trail es una atracción por sí misma, siempre pegada al mar mientras avanza resuelta hacia el norte pasando junto al antiguo cementerio de Port au Choix y al embarcadero del ferry que conduce a Gran Labrador. Es fácil entender por qué muchos turistas acotan su paso por Terranova a esta península, y que algunos regresen año tras año.

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Foto: Henry Georgi

Canadian Prairies (Manitoba, Saskatchewan y Alberta)

La soledad reina en el territorio central de Canadá. Conduciendo a través de las llanuras de Manitoba, Saskatchewan y Alberta aparece el trigo, después más ondulante trigo y luego más trigo punteado por un ocasional silo de cereales. Grandes cielos para grandes tormentas que descargan aguaceros con violencia, visibles en el horizonte a kilómetros de distancia. Entre las remotas ciudades donde hacer una parada se hallan la artística Winnipeg, la alegre Moose Jaw y Regina, con su policía montada; y entre medias, aldeas ucranianas y escandinavas. Las grandes praderas canadienses pueden parecer a primera vista monótonas y aburridas (y probablemente lo sean), pero el viajero inteligente debe estar dispuesto a profundizar para descubrir su atractivo: océanos de trigo que se mecen, llanuras infinitas que se funden con el horizonte, carreteras solitarias, pueblecitos con encanto y lugares casi anónimos que son la esencia de la historia de Canadá.

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Foto: Greg Huszar

Montreal

¿En qué otro sitio se pueden juntar más de dos millones de tranquilos amantes de la música y ver a los mejores músicos de jazz del mundo con al menos 500 actuaciones para elegir? Solo es posible en Montreal (Quebec), la segunda ciudad más grande de Canadá y su capital cultural. Su festival de Jazz de Montreal se celebra cada año a finales de junio, con percusones y jam sessions de la calle. La mayoría de los conciertos son gratuitos y al aire libre y la fiesta continúa día y noche. A Montreal hay que ir con esta o con cualquier otra excusa. Esta ciudad bilingüe es célebre por su ambiente cosmopolita de inspiración francesa, que ha dado lugar a una floreciente escena artística, una explosión de rock indie, hoteles ‘boutique’ de fama mundial, restaurantes elegantes y un ambiente parisiense que impregna todas las terrazas del Quartier Latin. Y para disfrutar a tope de la ciudad, nada mejor que el Bixi, el sistema de bicicletas públicas de alquiler que funciona con energía solar.

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Foto: Wikipedia

Fundy Bay (New Brunswick)

La bahía de Fundy no es muy corriente, aunque la rodean faros, pueblos de pescadores y otros clásicos elementos marítimos. La geografía única de Fundy genera las mareas más extremas del mundo, que proveen de alimento a las amenazadas ballenas francas del Atlántico norte, así como ballenas azules que también acuden a darse un banquete. Observar aquí a los cetáceos es extraordinario. Otra actividad única es el rafting con la marea alta, en el que se aprovecha la explosiva fuerza de las aguas de Fundy. La población turística de St Andrews By-The Sea, las serenas islas Fundy, el paisaje marítimo y la rica historia hacen que esta sea una de las zonas más interesante de la provincia de New Brunswick. Y eso sin olvidar el marisco, abundante y delicioso en toda la región.

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Foto: Barrett & MacKay
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